Por Luis R. Carrera
Como cada mañana, el reverendo Martín Lutero
Rey salía a supervisar que las cosas marchen correctamente en la iglesia
bautista que había inaugurado a la espalda del Parque Universitario. Desde allí
había empezado a alzar su voz de protesta contra la exclusión y a predicar por
la igualdad y tolerancia entre todos los peruanos, un sueño que traía consigo
desde el día en que no dejaron a sus padres inscribirlo en Los Reyes Rojos bajo
el pretexto de las vacantes limitadas. Y es justo a esta hora del día en que
empiezan las dificultades para este luchador social, pues siempre tiene que
esperar a tomar el cuarto o quinto carro de su línea pues los primeros carros
siempre les cierran la puerta (por si acaso según los cobradores). Pero esto no
bajonea al buen Lutero Rey ya que tiene la certeza que algún día esto va a
cambiar.
En su iglesia siempre alienta a sus fieles
a reclamar por sus derechos y exigir un trato igualitario, haciendo énfasis
sobre aquellos que al igual que él, recibieron 30 apodos por año debido a su
color de piel, fueron impedidos de entrar a las jugueterías de Ripley cuando
niños y a la fuerza se les intentó poner una camiseta de Alianza. Es con esta
parte de su congregación con quienes logró hacer un trabajo más articulado pues
notó como todos se esmeraban por reivindicar otros sectores sociales del país,
pero se hacían los tercios cuando él exigía que también colaboren con la
población afroperuana. Por tal motivo vio que era necesario sumar todas las
fuerzas posibles para la lucha que venía emprendiendo y decidió recorrer
distintas zonas del Perú para difundir su mensaje contra la segregación.
Su recorrido por el país tuvo resultados
algo dispares. Tuvo éxito en el norte del país pues la gentita de Yapatera,
Zaña y Cayaltí no dudó en sumarse a las filas del Dr. Lutero pero a medida
que fue bajando a las demás regiones las cosas se le complicaron. En Huaraz fue
interceptado por Pepe Mallqui, quien aparte de no tener la mínima intención de
oír sus arengas, le propuso sumarse a la filas del Sport Ancash para hacer una
dupla maldita con “Drogba” Carillo pues el dirigente le veía condiciones
innatas, algo que el buen Martin rechazó y en respuesta convenció a Carillo y de yapa Víctor Cartagena de unirse a la lucha. Encabezó una marcha en Huancayo, la misma que
tuvo que interrumpir cuando la población local en vez de apoyar la causa le
pedía que se cante una del Chivillo de los Andes. Intentó reclutar a unos
haitianos instalados en Puerto Maldonado, pero tuvo que huir cuando Migraciones
creyó que él también era un ilegal del país caribeño y ni porque les mostraba
su DNI recién actualizado creyeron en su nacionalidad peruana.
Y fue entonces que cuando creía que su lucha
era inútil y le venían a la mente sus recuerdos de juventud (aquellos que le
hacían rememorar las veces que le cerraron las puertas de Gótica y Agustín
Merino lo cabeceó con el sueldo), llegó a un lugar en el que se sintió más
cómodo que nunca. Luego de un arduo viaje por el país, Martín Lutero Rey había
llegado a Chincha y no podía estar más feliz. En esta ciudad, la mayor parte
de los vecinos comprendían su reclamo y los motivos de las protestas que había
estado liderando y poco a poco todo el pueblo chinchano se unió con él en una
sola fuerza y decidieron apoyarlo en todo, aunque no supiera bailar panalivio.
Fue así que pudo unir a todo El Guayabo, Sunampe, Grocio Prado, El Carmen, Tambo de
Mora, etc. en busca de la reivindicación total y una búsqueda del respeto a la
igualdad y los derechos civiles que tanto habían reclamado entre cada tonada de
Don Amador. Lutero Rey, con el espíritu renovado, subió con todo Chincha
a su lado y hacia el vecino Cañete, donde tuvo similar éxito, salvo por un
sector de Imperial que le guardó cierto recelo tras haber rechazado una porción de curruñau. Fue aquí que, inspirado en
todos aquellos que lo venían siguiendo y los muchos otros a los que faltaba
transmitir el mensaje, proclamó su famoso discurso “Yo tengo un sueño” frente a
la imagen de Santa Efigenia. Todo el sur chico estaba con él y la movida
pintaba para algo más grande.
Lamentablemente, en su afán de lograr una
revolución en tiempo record cometió una acción osada y al mismo tiempo
apresurada: Volver a Lima. Lutero creyó
que su resistencia pacífica tendría el mismo efecto que en otras ciudades pero
como nadie es profeta en su tierra, sus acciones no tuvieron las repercusiones
esperadas. Al ser ya una figura influyente del país, fue invitado a distintas
entrevistas en los medios, donde los resultados volvieron a ser dispares. En las instalaciones de Latina pudo trolear a Mijael y Aldito, quien intentó hablarle en yoruba, pero no tuvo la misma
suerte en otros canales. En América, Sol Carreño no dejó que termine sus intervenciones
porque aparte de insinuar un posible vínculo suyo con Boko Haram, le preguntó
unas 3 veces si podía hacer una fuente de ranfañote para una transmisión en
vivo. En los pasillos del mismo canal, tuvo la desgracia de encontrarse con
Gisela, de la que tuvo que escapar como pudo antes de que lo ponga a bailar con
Angie Arizaga o animar al lado de Choca, quienes en todo momento mostraron un
total desconocimiento de la lucha del Dr. Rey pues no había aparecido en Esto
es Guerra.
Ante tamaña injuria, el buen Martín
decidió ir a las calles como lo había hecho antes pero las repercusiones no
fueron las deseadas. Marchó con su contingente por las calles del centro de Lima donde inicialmente la población capitalina parecía mostrarle su apoyo, más cuando Lutero les
dijo que la manifestación no era para un festival de cajoneo, fue abandonado en
el acto. Lograba percibir con cierta indignación algunos comentarios que aunque
lejanos, fueron percibidos por el reverendo: “Negro por las huevas” decían
unos, “yara no nos vayan a cuadrar" decían otros, "ni parece de Chincha
este gil”, a lo que Martin respondía: “Soy barranquino, huevonazo”.
Pero este gran activista no se rendía y
continuaba emprendiendo su lucha contra la discriminación. Luego de tener
relativo éxito en el Rimac, La Victoria y Barrios Altos, fue alcanzado por un colectivo que
se decía progresista y que ofrecía apoyar la causa del reverendo Lutero Rey,
quien se sintió halagado por tal iniciativa hasta que sus allegados le dijeron
que “los blanquiñosos estos ya están diciendo en sus redes que la lucha ahora
es de ellos porque conocen todo sobre la lucha social y no sé qué tanta vaina.
Mira cómo ya están tuiteando esos huevas en vez de ayudarnos con las
banderolas”, por lo que rápidamente la batuta la tomaron quienes realmente
debían hacerlo y a nombre del reverendo Lutero, dejaron a un lado a los integrantes del colectivo con una
reverenda sacada de mierda.
No pasó mucho tiempo para que sus reclamos
se expongan con mayor fuerza, situación que solo puede conducir a una cosa en
esta villa (ya ni interesa cuantas veces) coronada: El encasillamiento al por
mayor. Al cabo de unos meses, Martín Lutero Rey y toda su gente era tildados de
resentidos sociales, rojetes, vagos y terrucos, siendo caseritos en todas las
portadas del Grupo El Comercio. Y así volvieron los calificativos, desde
“¿estos vagos no tiene otra cosa que hacer?”, pasando por “ya que los contraten
en un equipo pa’ que jodan” hasta el sentenciante
“son negros porque quieren”. Y como si no bastara con estas contrariedades, al
poco tiempo surgió un grupo extremista que ya venía gestando de tiempo atrás su
aparición y ahora con estas protestas vio el momento oportuno para entrar a la
escena. Fue así como la resistencia del gran Lutero Rey se vio muchas veces
boicoteada por los atentados del Ku Klux
Markham, agrupación extremista y segregacionista financiada por hijos de hacendados expropiados durante la Reforma Agraria que se propuso eliminarlo luego de ver cómo el Dr. Lutero salió airoso de una confrontación con tuvo con Jaime Bayli en la puerta de
Latina, donde el periodista insistía en preguntarle por los presidentes de
distintos países.
Pero para tristeza de muchos, un
integrante de Ku Klux Markham logró
infiltrase en una manifestación suya en el Cono Sur y le disparó desde el
Puente Atocongo acabando así con la vida de este gran luchador social. El hecho repercutió en todos los medios, los cuales ahora le rendían homenajes tanto
al reverendo como a su congregación la que actualmente, al mismo tiempo que enaltece la imagen del reverendo, trata de hacer todo lo posible porque no se llegue a
dar una desgracia mayor al atentado del doctor: Tondero Producciones ya tiene
todo listo para rodar la película en homenaje a Martín Lutero Rey con Giovanni
Ciccia como protagonista. Hasta el momento, la iglesia bautista ha logrado
frenar todos los intentos de la productora por grabar el filme pero tendrán que
redoblar esfuerzos si quieren ponerle fin a la jugada. Una nueva lucha había comenzado.
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