jueves, 21 de enero de 2016

Los revolucionarios del siglo XXI


Por estas fechas hace 4 años, esbocé una crónica dedicada a unos individuos inmersos en la actividad política cuyas particularidades los hizo rápidamente llamativos y pintorescos dentro de la fauna consciente y combativa. Fueron los herederos de la izquierda no tan radical de los años 70 y 80 (o al menos de eso tratan de convencerse) y por tal motivo recibieron rótulos y etiquetas que si bien pueden ser exageradas para ellos, tanto por temporalidad como por falta de méritos, los han marcado hasta el día de hoy y muchos de ellos poco o nada han hecho para escapar de dichos señalamientos. Hoy, amparados bajo la protección y solidaridad del frente rojiverde, tratan de evolucionar en su desenvolvimiento entre las masas populares y también en las altas esferas de sus correlaciones y tienen la esperanza de un resultado alentador en los comicios que se vienen ya que cómo se den las cosas en esta nueva jugada dependerá su subsistencia, al menos en lo estrictamente político. Es este aparente firme intento de supervivencia y madurez que se ven actualmente lo que me impulsa a volver a publicar este escrito ya que además de todo lo dicho, aún quedan aspectos mencionados en el texto que persisten en su comportamiento. Y tal como lo hice aquella vez, les vuelvo a desear las mejores vibras.

Sin más preámbulos ni odas al progresismo por hacer, aquí el texto:


Los revolucionarios del siglo XXI

En los últimos años, una nueva facción del progresismo ha visto la luz. Un contingente de individuos deseosos de entrar en la escena política (tanto nacional como universitaria) ha comenzado a activar en distintos espacios en donde por medio de formas originales y alternativas (así nos dicen) de activar, nos garantizan que en menos de lo que pensamos, la revolución estará en la puerta de nuestros hogares. A pesar de que sus orígenes se remontan a las últimas décadas del siglo pasado, fue recién en este último décenio que estos personajes comenzaron a aparecer en mayor cantidad que antes, ganando presencia entre la ciudadanía y llamando la atención por sus nuevas formas de lucha, las cuales se han hecho más notorias en lo últimos 2 años.
Basándose en su labor en distintos centros de ayuda y asistencia social (llámese ONG's, etc.) fueron desarrollando proyectos, eventos y ayuda en general hacia lugares donde el Estado se demoraba en hacerse notar o en la mayoría de los casos, nunca lo hacía. Su labor fue destacada en muchas ocasiones recibiendo financiamiento extranjero para tales proyectos, muchas de estas personas recibieron cierto reconocimiento y fue así como muchos empezaron a seguir con esta labor por su cuenta, o formando agrupaciones más pequeñas. Es decir, en el momento en que entrábamos a un nuevo siglo (y milenio de yapa) su labor asistencial marchaba bien y se les aplaudía por ello, hasta que un buen día, las influencias de la posmodernidad cayeron sobre estos personajes y comenzaron a involucrarse en todo lo que pudieran.
Aunque ya esta situación se había presentado años atrás, no fue sino hasta la década pasada que esta influencia se fue haciendo más fuerte y, por lo tanto, más notoria al punto de que, no contentos con tener el manejo de muchos de los centros de proyectos y asistencia social antes mencionados, ahora también pugnaban por hacerse de un espacio dentro de las universidades.
Fue así como al inicio de la primera década del presente siglo, universidades como San Marcos y La Católica (principal centro de producción de estos individuos), ya mostraban que nuevas formas de lucha se venían formando al interior de sus distintos espacios, al punto de haber conseguido un considerable manejo de cierta escuela de mi facultad, remitiéndonos al caso sanmarquino. Estas formas alternativas de participación (palabra clave en algunos aspectos relacionados al nuevo contingente) fueron ganando la simpatía de muchos estudiantes quienes cayeron en su juego ya que vieron en ellos un estilo original de organización.
Del mismo modo ocurrió en las calles. El contingente ya mencionado ya era considerado un grupo, el cual, con la posmodernidad a flor de piel, enfocaba sus deseos de trabajar o activar hacia reivindicaciones de las cuales querían ser partícipes y, por qué no, caudillos. Y así, mientras el común de la gente pensaba en cómo conseguir un mejor empleo, cómo evitar que sus hijos les sigan sacando plata o si Perú clasificaría al Mundial esta vez, ya éramos testigos de la creación de eventos político-culturales en donde uno podía notar la presencia de estos nuevos "camaradas". Las elecciones municipales del 2010 jugaron un papel fundamental en el desarrollo político, económico, ideológico, social y etílico de los nuevos activistas.
Estos eventos político-culturales, han sido de mucha importancia y sirvieron para entretener y, al mismo tiempo, concientizar a la población (otra palabra clave). Su labor estaba siendo del agrado de mucha gente, aunque con críticas de por medio, y se les estaba dando cierta importancia, hasta que la posmodernidad dijo otra vez presente y las actividades político-culturales se inclinaron hacia lo primero, tratando de emular a sus ídolos que triunfaron en los 80. A partir de ese momento, estos nuevos impulsores de la reivindicación y la inclusión social comenzaron a hacerse cada vez más pintorescos y, en ocasiones, estrafalarios. La idea de ser ellos la vanguardia dentro de la izquierda peruana fue calando cada vez más hondo dentro de sus mentes y en cada evento que se realizaba siempre los veríamos ahí, tratando de estar en primera fila, peleando palmo a palmo por tomar aunque sea 2 o 3 veces el megáfono para así hacer notar a la ciudadanía que ellos serían los que nos llevarían a algo más grandioso, inclusivo y revolucionario que el peronismo de 'Bombita' Rodríguez.
Hasta ahí, salvo ciertas exageraciones con risas de por medio, el accionar era aceptable ya que la intención es lo que cuenta, como dicen por ahí, pero todo hubiera sido mejor si muchos de esos mismos que ya para este entonces se nos mostraban como los abanderados de la inclusión social, se hubieran creído por lo menos 2 horas al día su propio discurso. Es sabido que muchos de estos individuos (de los cuales ya a estas alturas deben haber recordado cómo se les llama cuando están en conjunto) muchas de las cosas que dicen o hacen con megáfono en mano, son dejadas de lado una vez que cruzan los umbrales de sus casas, en donde una vez que llegan de una agitada movilización, encienden sus modestísimos LCD mientras piden a su empleada que les sirva la comida y que no salga de la cocina si es que no se les llama para algo (tamaña inclusión social que espero no se cumpla en todos los casos).
Si es que alguien hasta ahora no ha logrado adivinar sobre quiénes estoy hablando o no los puede sacar a simple vista, les soltaré algunas características: Si van a algún evento o acto político-cultural (nuevamente la palabrita) organizado por la Municipalidad de Lima o asociaciones afines, verán que entre el público habrán ciertas personas vestidas de verde (en sus distintas tonalidades) y a su vez, ataviadas con cierto tipo de indumentaria autóctona que estarán buscando una forma de hacerse notar ya sea tomando la palabra o con su sola presencia. Con estos datos es muy poco probable que los vuelvan a perder de vista en algún otro evento que se lleve a cabo en la Plaza San Martín.
Con todo lo expuesto, no estoy denigrando la labor que hacen principalmente, los que crean y promueven estas actividades, ni mucho menos restar mérito a las ganas de trabajar de algunos miembros del conglomerado mencionado con anterioridad, pero lo que sí sería bueno es que se den cuenta en dónde están parados y que entiendan que el reivindicar no solo implica ponerse un chullo o una pollera en algún flashmob que se de en algún lugar de la capital (de preferencia cine) o decir que uno escucha a Bareto, La Sarita o La Nueva Invasión todo el santo día, ni tampoco se es revolucionario poniéndose adelante en alguna marcha para luego no saber por dónde salir cuando se tiene a la policía en frente. Así que, es necesario que este consejo se tome en cuenta antes de que se quiera impulsar algún otro besatón o se esté inmerso en alguna marcha de cuadra y media. Fuera de todo esto, mis queridos hueveras de esturión (remitiéndome a un conocido Panfleto de Facebook), desde aquí les mando todo mi cariño y mis buenas vibras, continúen con lo suyo no sin antes darle una pequeña revisada a estos tips que he plasmado en este escrito, como para que bajen un poquito cualquier atisbo de posería. Una vez hecho esto, sigan adelante, mucha suerte en todo. Al menos ustedes no piden amnistía.



Lima, 17 de enero del 2012