lunes, 16 de mayo de 2016

Gracias compare'



Por Luis R. Carrera

A pesar de que no fuimos compañeros desde el inicio de nuestros estudios ni hemos podido compartir experiencias tan vastas como las que viviste con quienes siguieron izando las banderas de lucha, puedo decir que fuiste una de las mejores personas que conocí en la querida y a la vez odiada Facultad de Ciencias Sociales, y no digo esto por congraciarme con quienes te siguen homenajeando hasta estas horas. Realmente estoy contento de haber compartido espacios y temas de conversación contigo las veces que se pudo en los ambientes de la facultad.
No puedo darme el lujo de decir que sostuve una amistad de años contigo ni que fuimos un solo puño en las horas combativas puesto que tu súbita aparición en momentos cruciales de protestas y reivindicaciones estudiantiles coincidió con el inicio de mi relajo, pero lo que sí puedo decir es que tuve la oportunidad de aprender más de lo que tenía pensado cada vez que nos tocó intercambiar opiniones, en el ámbito político o el que tocara debatir. La vena artística que sin proponértelo sacabas a relucir, entremezclado con el carácter bohemio que siempre te caracterizó, me sirvió para ver las cosas desde un lado menos pragmático que ya había adoptado para ese entonces y aunque en ocasiones tu elegancia para expresar y difundir algún saber en particular contrastaba con la brutalidad disfrazada de inmediatez que muchas veces ostentaba, pudimos entablar buenas conversas el tiempo que nos tocó departir.
Es que en esos años me permitiste aprender que había otro estilo de decir las cosas con la misma crudeza con la que solía responder normalmente, aunque de cuando en cuando mi estilo era el que se imponía en el contexto, pues muchas veces la situación así lo ameritaba. Fue esa mezcla de estilos la que hizo que nos cayéramos en gracia y por ende entré a tu círculo social, encabezado por tu yunta de mil batallas, zambo igual que yo y casi con los mismos ideales que tú. Mi amistad con ambos me volvió un testigo privilegiado de lo buena que fue esta dupla, únicamente superada por las de Meléndez con Chumpitaz y Saldarriaga con Maquilón.



Si hay algo por lo que también destacaste, aparte de lo artístico, fue por esa consecuencia de la que muy pocos pueden hacer alarde por estos días. Desde aquella toma del Decanato cuando intentabas ser geógrafo, o incluso de antes, hasta las constantes marchas por las ocurrencias del Rectorado y el Ejecutivo, siempre estuviste ahí para apoyar al compañero que lo necesitaba y para alzar tu voz de protesta cuando la muchachada empezaba a flaquear. Esa lucha que emprendías no solo se limitaba al mero activismo, acto que se convirtió en un mal que afectó a la muchachada combativa, sino que la traspasaste al plano analítico, siempre consciente del contexto real, por lo que tu pensamiento en ningún momento se alejó de nuestra realidad. Nunca desviaste tu visión política pese a que tu entorno siempre fue propenso a ceder ante la posmodernidad por lo que, tomando en cuenta que son contados los individuos que han puesto tan férrea resistencia para mantener sus ideales, de más está decir que esto es algo digno de aplaudirse.
Por lo general siempre fuiste tú el que hacía que aprenda algo nuevo, pero aquella noche de junio del 2014 los papeles se invirtieron. En esa oportunidad tuvimos quizá la conversación más larga que hayamos sostenido en los 3 años que nos tratamos. Lo que empezó con un simple comentario respecto a un acontecimiento limeño ya olvidado para estos días terminó con toda una clase modelo sobre la Lima contemporánea que tu inquietud me permitió exponerte en la cafetería de Sociales. Fue luego de todas las anécdotas e historias contadas que me propusiste plasmar todo lo narrado en crónicas y artículos para el futuro e incluso indagar in situ acerca de este mundo aparentemente desconocido por ti como era la tradición capitalina y sus variables positivas y negativas. El ciclo terminó y en los siguientes meses ya no coincidíamos tanto como antes pero la idea de plasmar al menos una parte de las historias que te narré seguía latente mas no veía cómo por aquel momento.



Fue así como casi al finalizar el 16 de mayo del 2015, 7 meses después de la última vez que hablamos, recibo con estupor la noticia de que ya no estabas más en este mundo. Un sorpresivo y letal cáncer fue acabando con tu vida el último medio año de tu existencia, enfermedad que te mantuvo recluido en tus dominios de Ferreñafe hasta la fecha ya mencionada en la que enrumbaste hacia otros destinos para tristeza de familiares y amigos que a un año de tu partida te siguen teniendo presente, algo que dice mucho de lo valioso que fuiste en vida y lo importante que llegaste a ser para muchas personas y agrupaciones. Para mí este hecho fue tan chocante como lo fue para tus camaradas y al indagar más sobre ti me volví a encontrar con Las Confesiones de Cyrano, aquel espacio en el cual diste rienda suelta a tu creatividad hasta tus últimos días. Este redescubrimiento me llevó a la reflexión de lo importante que es dejar algún registro, sin importar cuán pequeño sea, de nuestro paso por este mundo y fue en ese momento que recordé nuestra conversación de aquel invierno del 2014 y de cómo pensábamos en llevar al papel lo expuesto. Y qué mejor manera de hacerlo que abriendo una tribuna personal que luego se iría compartiendo con los contactos más cercanos. Fue gracias a tu insistencia por materializar mis historias que me decidí a crear el blog a través del cual el día de hoy te dedico estas líneas, que aunque breves, son muy merecidas para alguien a quien la vida no le dio tiempo de difundir y explotar todo el talento e intelecto que traía consigo.
Alexis Baila Manay, el Stuart Sutcliffe del movimiento estudiantil, es alguien que hay que recordar en todo momento pues este meteoro de vida frágil nos enseñó que no hay impedimento para seguir firmes con nuestras ideas ni para frenar la incipiente creatividad que aflore en nuestro interior. Es por ello que seguiré desde este espacio concretando mis instantes de inspiración como un homenaje a tu persona, pues esta tribuna nació de esa prolongada charla que nunca olvidaré y de tu idea de escribir todo lo que se expuso aquella vez. Y esto, desde donde estés, tenlo por seguro. Hasta siempre compare'. 



jueves, 12 de mayo de 2016

Más que una cuatricentenaria



Por Luis R. Carrera

Burro, gusano, pizarra, taller, cierrapuertas. Para nosotros, palabras como estas hace un buen tiempo que tomaron un significado distinto al que estábamos acostumbrados de entender. Y es que el paso por la universidad más antigua del continente, por más breve que sea, deja en quien transcurre parte de su vida en sus ambientes una visión distinta del espacio que habita, de la situación de este, de quienes lo rodean y sobre todo, de sí mismo y por más resistencia que uno ponga, terminará tarde o temprano accediendo a un nivel de discernimiento superior al de tiempo atrás.
Es que el paso por la Decana de América es un privilegio que solo quienes se proponen seriamente a pasar ese obstáculo llamado Examen de Admisión pueden disfrutar. Quienes superan el escollo mencionado logran traspasar los umbrales de su ahora alma mater y es a partir de este momento su visión del mundo e incluso de su cotidianidad cambia. ¿Para bien? ¿Para mal? Ya de uno mismo depende esta instancia.
Durante el tiempo que toque departir con otros camaradas que al igual que tú decidieron adentrarse en esta épica jugada, cada quién notará que al igual que fuera de los límites sanmarquinos, dentro de fauna estudiantil que ahora nos rodea se va dividiendo en tribus similares a las que pululan en la urbanidad que nos sigue rondando. Se tendrá toda una gama de grupos humanos y hasta semi-humanos a los que uno podrá integrarse. Podemos comenzar intentando ser un academicista desde el primer día de clases, algo complicado de mantener conforme pasen los días con sus respectivas movidas, un compañero consciente y combativo asiduo a cuanta marcha, por más que no la entienda, y manifestación político-posero-cultural pueda, un fulero que traslada el barrio a su facultad o un individuo que se aísla de la dinámica en que se haya envuelto, solo para evitar la fatiga. En caso estas opciones no sean del agrado de nadie, unas sonoras y relucientes zampoñas nos esperan en el rincón menos esperado.
Pasado el tiempo de asimilación, toca ahora el de resignación momentánea. Toca afrontar el aspecto académico y ya con varios ciclos a cuestas, ya no afecta saber que la cosa no era como la pintaron en el prospecto. Así como se tuvo una amalgama de sujetos a tratar, del mismo modo tienes una selección docente, también dividida entre humana y semi-humana, de la cual uno puede realizar la selección que mejor le acomode y en esa agonía por hallar las opciones más decentes que se puedan, diversos convoyes consecuentes y no tan consecuentes han invadido nuestro espacio para invitarte a sus talleres, ya hemos realizado al menos una veintena de dobletes, aprendimos que el comercio de panchos es fuente primordial de ingresos más aún si no se es ni practicante, ya nos habrán tildado de terrucos otra veintena de veces y se ha postulado al tercio más por inercia que por convicción.




Asambleas van, asambleas vienen, y poco a poco nos adentramos en el San Marcos indómito. Descubrimos que los jardines del campus no son solo para la tertulia productiva y ya sabemos en los alrededores nos esperan espacios para departir en el momento que uno lo desee, y si estamos con suerte podemos toparnos con coordinaciones y arreglos que no precisamente van acorde con lo que se haya pactado en las reuniones de nuestro centro de estudiantes, nuestro gremio o incluso del propio rectorado. Ni los Fray Tomases, ni los Melchores de la Nava, ni los Toribio Rodriguez, ni los Luis Albertos ni mucho menos los Manuelitos Burga pudieron con esto.
Siguiendo con lo académico, razón por la cual decidimos aventurarnos en este mundo, más allá de las clases, en todo momento podremos ser partícipes de conferencias, conversatorios, debates y talleres de verdad, los cuales complementarán la formación que se tuvo tanto en las aulas como por iniciativa de cada quien. Cada carrera y especialidad cuenta con una semana especial en la que los estudiantes harán gala de su capacidad de variedad temática y convocatoria, a veces en desmedro de la organización, para hacer conocer al resto de estudiantes la importancia de su disciplina para con la sociedad. Gracias a estos espacios, quien escribe estas líneas tuvo la oportunidad, al igual que muchos otros, de abordar sus reivindicaciones ya no solo en los pasillos de su facultad, sino también en un auditorio por lo que ahora no queda más que seguir esta senda del bien.
Ya para nuestros últimos años habremos formado una excelente collera de la cual recibiremos su apoyo en el momento en que lo necesitemos y cargado sobre nuestras espaldas al menos una temporada de militancia, 2 bombos de sikuri y 3 o 4 sustitutorios. Pero pese a ello, nadie nos podrá quitar la dicha de haber sido parte de una casa de estudios que más que una cuatricentenaria, es el lugar del cual aprendimos lo que no nos enseñaron en todos nuestros años de formación anteriores a nuestro paso por los ambientes de la decana, tanto en la ciudad, la Casona y espacios afines. La Decana de América es, por qué no decirlo, un resumen del Perú anclado entre Lima y el Callao. Feliz aniversario San Marcos.