miércoles, 7 de agosto de 2019

Confrontando el paradigma


Por Luis R. Carrera

“¿Y tú que haces con esa camiseta?” “¿Qué tú no eras de Alianza?” “¿Negro y de la U?” Por años he sido abordado con este tipo de cuestionamientos cada vez que confieso mi hinchaje y aún en estos días me encuentro con las mismas expresiones de sorpresa y, en algunos casos desconcierto, de años atrás. Por lo visto, mi color y la camiseta que me pongo no guardan relación para algunos.
Esta situación ha generado incomodidad en muchas personas que como a mí, se les puso en tela de juicio su preferencia futbolística por cuestiones fenotípicas, actitud por demás errónea y prejuiciosa que, si bien posee un fundamento endeble, se puede llegar a comprender. Por muchos años ha sido inculcado en el imaginario popular que solo un equipo en el Perú es el difusor exclusivo de lo afroperuano en el Deporte rey. Diarios, programas televisivos, chistes y hasta el entorno familiar nos han bombardeado con una infinidad de frases y conductas que direccionaban a un mismo mensaje: Eres negro, entonces tienes que ser de Alianza. Esto a raíz de la cantidad de jugadores afro que el compadre empezó a congregar en los años 20, circunstancia que lo convirtió para la opinión pública en el abanderado de una identidad con la cual (es necesario aclarar) no nació.
Sería a partir de aquel primer clásico de 1928 y la dicotomía que los medios crearon (Blanquitos: U – Negros: Alianza) que estos pensamientos respecto al hinchaje y el color de piel se volvieron ley.  Mas si seguimos analizando la historia de este enfrentamiento y el devenir de ambos clubes, podemos darnos cuenta que la esta división socio-deportiva planteada hace más de 90 años perdió rápidamente validez objetiva, pero a pesar de ello sigue rondando nuestras subconscientes hasta el día de hoy, debido a la efectividad de los agentes de difusión ideológica mencionadas líneas arriba.
Ante esta situación, es más que necesario romper con la idea que las afirmaciones que hemos oído en la vida cotidiana han sentenciado especto a la carga étnica en el fanatismo por un equipo pues, si bien es cierto que el clásico rival posee mayoría de hinchas afroperuanos respecto a otros equipos, estos también llevan entre sus fieles a fanáticos negro, zambos, mulatos, etc. que acrecientan el nivel de afición de cada club y enriquecen la multiculturalidad en cada barra, factores presentes en la “U” pero que en algunas ocasiones han sido dejados de lado al momento de retratar la historia del equipo más grande del Perú.
Para romper con los paradigmas raciales que se nos han impuesto y que a la fecha continúan con cierta vigencia, solo basta con repasar la historia del club. Era el año 1933 y la Federación Universitaria de Fútbol se convertía en el Club Universitario de Deportes y se desligaba de todo vínculo con San Marcos para ejercer como una institución autónoma y de alcance nacional, algo que venían gestando desde antes del cambio de nombre con la inclusión de los hermanos Fernández. Fue así que los sectores populares pudieron tener acceso al equipo merengue, algo que le permitió a Félix Sayers entrar a la U y convertirse de esta manera en el primer afroperuano en vestirse de crema, en pleno auge del Rodillo blanquiazul. Por ser el primer jugador negro en ponerse la casaquilla de Universitario antes que la del rival de enfrente le valió muchas críticas por parte de la opinión pública y ataques dentro de la cancha, pero eso en vez de amilanarlo, le dieron mayor fortaleza para afianzarse como medio titular y salir campeón en 1934.   
Félix Sayers abrió sin proponérselo, una puerta para todos aquellos descendientes de la Diáspora Africana que quisieran integrar las filas de Universitario. Fue así como le sucedieron jugadores de la talla de Juan Honores, arquero ascopano campeón con la “U” y la selección nacional, Pablo Pasache figura crema y de Colo Colo, Jacinto Villalba, el internacional wing que paseara su fútbol por Argentina y Colombia, Maximiliano Huapaya, aguerrido mediocampista baluarte del primer bicampeonato crema, Walter Ormeño, otra figura internacional surgido de nuestro club y Rufino Valdivieso, recio defensa venido de Cañete, quienes en la década de 1940 se consagraban con títulos en tienda merengue y al mismo tiempo hacían frente al prejuicio étnico ya establecido en aquellos años.
Las décadas del 50 y 60 no harían más que seguir desestabilizando la idea que profesaba que un jugador negro no debía vestirse de crema pues aparecerían jugadores cuya tez no impediría que se convertirían en ídolos del club. Aquí tenemos al legendario Dimas Zegarra, el histórico arquero que defendiera por 14 años el arco merengue y que a la fecha es una leyenda viva del club, Segundo Guevara, goleador cusqueño que sucediera a “Lolo”, Ismael Soria, lateral derecho que vendría de Colombia directamente a jugar por la “U”, Joe Calderón y Germán Colunga, quienes eligieron reforzar al equipo antes que otros clubes, Humberto Arguedas, volante rimense que sería uno de los iniciadores de la época dorada del club, Alejandro “Pelé” Guzmán, ariete chinchano surgido de nuestras canteras que deleitaría a la hinchada de antaño con sus goles y aterrorizaría al compadre en los clásicos que disputó, Víctor “Kilo” Lobatón, puntero izquierdo chinchano al igual que Guzmán y que se convertiría en el amigo inseparable del gran “Pelé”, con quien aparte de dejar en alto el nombre de Chincha y campeonar con la crema en el pecho, fue asiduo visitante del barrio de Malambo en el Rimac, símbolo de la cultura afroperuana.
Otros distinguidos integrantes del plantel de Universitario de este periodo que pasarían a los años 70 fueron Enrique “Ronco” Rodríguez, recordado puntero que nos diera el triunfo en cancha de River en esa Copa del 67, Pedro Gonzales, el lateral derecho mundialista, Félix Salinas, corajudo defensor proveniente de Aucallama, otro bastión de la negritud peruana, Fernando Alva, padre de un recordado jugador como lo es Piero Alva, y cómo pasar por alto a uno de los símbolos de Universitario en toda su historia: Héctor Chumpitaz, capitán, baluarte, ídolo y figura distinguida de la “U”, quien defendiera con honores nuestra divisa y la camiseta de la selección peruana alcanzando logros con ambas escuadras. Luego vendrían otros estacados jugadores como David Zuluaga, “Pichicho” Benavides, Enrique Mendoza, Eduardo Rey Muñoz, Leo Rojas, el recordado Samuel Eugenio, Andrés “Balán” Gonzales, Jesús y Freddy Torrealva, Octavio Vidales, Ricardo Bravo, Eddy Carazas, Piero Alva, Gregorio Bernales y muchos otros jugadores que a lo largo del tiempo nos han demostrado que el color de piel no es un factor determinante al momento de elegir un equipo.
Pero el aporte afroperuano a Universitario no se limita únicamente al plantel de jugadores. Diversas áreas de la institución se han nutrido del trabajo incansable de ilustres personajes descendientes de congos, angolas y mandingas que al igual que los personajes ya mencionados, priorizaron el amor por el club que los entredichos de la gente. De esta manera, han defendido al club, desde sus respectivos espacios, personajes ilustres como Don Guillermo Apesteguía, guardián del estadio “Lolo Fernández”, Doña Margarita Arizaga, la cocinera oficial de la “U” por varias décadas, quien pese a ser tía de Teófilo Cubillas, expresó con firmeza su hinchaje por Universitario, Hermes Zolezzi, afamado utilero del club que ha acompañado a distintas generaciones de jugadores, quienes están completamente agradecidos con los servicios prestados al equipo del popular “Monito”. Y cómo olvidar que desde la tribuna también se ha podido hallar herencia afroperuana al servicio del club, pues es necesario sumar a esta amplia lista al “Negro Bam Bam” célebre integrante de la Trinchera Norte que en la década del 90 contribuyó a que esta barra popular se convierta en la más grande del Perú.
Por todo lo expuesto, queda claro que en estos días está de más ponerse a cuestionar el hinchaje de otros solo por sus facciones o su color, mucho menos en un club como la “U” que desde sus primeros años se encaminó a ser una institución que albergara a todas las sangres dentro de su inmensa hinchada, cosa que logró tanto en la cancha como en la tribuna. Nuestra historia así lo demuestra.

martes, 6 de agosto de 2019

Lado A y Lado B


Por Luis R. Carrera

El presente solsticio de invierno es quizá el más dinámico que hayamos podido vivir en los últimos tiempos. Una serie de eventos, unos agradables y otros desafortunados, se han ido sucediendo desde el mes de julio y las repercusiones de cada uno de ellos le ha dado un toque por demás particular al invierno 2019 en lo que respecta a nuestro alicaído, pero a la vez variopinto acontecer político. Esto se debe a que diversos hechos nos han permitido conocer más aspectos de los que creíamos saber en ambos terrenos, pues la eterna disputa entre Congreso y Ejecutivo, los descuidos de este poder estatal hacia el resto del país nos han brindado un sinfín de novedades que por un lado dieron inesperadas alegrías a la población, pero al mismo tiempo el sinsabor de que aún quedan cosas que no deben repetirse. Así fue que pudimos comprobar que la cosa a nivel de poderes del Estado tiene, cual casette noventero, su lado A y su lado B.

Lo primero con lo que nos llegamos a encontrar es la eterna pugna que el Ejecutivo y el Congreso vienen disputando desde que Pedro Pablo Kuczynski asumió el poder, para descontento del bloque fujimorista, el cual demostraría que la táctica de comprar votos en todas las regiones no había perdido vigencia desde el gobierno del reo Alberto y fue así como logró ganar la mayoría parlamentaria en el ya lejano 2016. Estas tensiones entre ambos poderes del Estado han sobrevivido un indulto humanitario, la renuncia de PPK, los destapes en la CNM, el caso Odebretch y todos sus coludidos, la anulación del indulto, el encarcelamiento de la hija del dictador y el suicidio del ladrón García, llegando a su punto culminante con la elección del flamante presidente del Parlamento:  Pedro Olaechea, un político de poca tradición que es reconocido más por abandonar la bancada que lo hizo famoso que por algún logro destacado, aunque su pasado en la CONFIEP ya nos va pintando la orientación de Pedrito en estas lides.

No se haría mayores conjeturas en torno a esta elección, pero una vez que se revisa qué bancadas le han dado su respaldo, el panorama vuelve a ensombrecerse, pues la lista por la que postuló estuvo conformada por la nueva agrupación Contigo (formada por PPkausas disidentes), más las 2 facciones del fujimorismo moderno. El triunfo de Olaechea trajo una felicidad indescriptible en Fuerza Popular, aún con mayoría parlamentaria pese a las deserciones, y un sentimiento de preocupación e indignación en el resto del país, sensaciones que mellaron más en la población coherente al ver que las primeras declaraciones del recientemente electo presidente sentenciaba con todo el orgullo del mundo que apoyaba una reducción del sueldo mínimo en vista de que según él, S/. 850 era mucho para las montañas y la sierra. No contento con este derroche de centralismo, pocos días después declaraba muy alegremente que la peluquería era el único lugar onde la mujer se sentía plena. Estos fraseos extraídos del Oncenio de Leguía, más su ya conocido vínculo con la tan tolerante gentita de “Con mis hijos no te metas”, solo nos hacen avizorar un mandato congresal poco más que terrorífico en más de un aspecto.

Pero no todo está perdido en estos días. Si hay alguien que ha sabido ingeniárselas para trollear al contingente fujimorista, ese ha sido Martín Vizcarra. Desde que se mandó con su proyecto de reforma política en su discurso por 28 del año pasado y a posterior concreción del referéndum que nos permitió expresar nuestro rechazo en bloque a la Fuerza N° 1 (César Hinostroza dixit), el otrora gobernador de Moquegua ha logrado hacerle el pare a la prepotencia naranja y de paso, ganarse el cariño de la gente pues ha podido canalizar este sentimiento popular de animadversión hacia el fujimorismo (además de tener presente que fue en su gobierno que se puso al descubierto la corrupción de los magistrados y se encarceló a políticos que todo el mundo quería ver tras las rejas) y le dio al pueblo lo que quiere ver: reformas y ataques mortales al fujimorismo. Y con este nuevo y sombrío panorama, Vizcarrita tenía la formula precisa para contratacar. 

Fue así que este 28 de julio, en medio de un discurso casi monótono y somnoliento, lanzó la pegada: la presentación de un nuevo proyecto, ahora de reforma constitucional, que señalaba adelantar las elecciones para el 2020, esto como respuesta a las intenciones del Parlamento de querer mantener la inmunidad parlamentaria, pese a haber sido ese punto rechazado por la ciudadanía en el referéndum de diciembre. Este proyecto, que significaría la partida del presidente y todos los congresistas antes del 2021, descuadrando de esta forma, todo intento de la oposición por aferrarse a un cargo que desde que lo asumió, le quedó grande. Por supuesto que Fuerza Popular y el APRA, su más fiel aliado, pusieron el grito en el cielo, al igual que algunas bancadas con menos historia e identidad que la San Martín en la Liga 1, tal fue el caso de Acción, Republicana, Contigo y alguno que oreo “independiente_” con ansias de poder. Pero Vizcarra, tribunero como él solo, sentenció su propuesta con un solemne “¡El Perú primero!” que le hizo merecedor del aplauso de buena parte del Congreso y de la población en general. Se esperan reacciones naranjas post berrinche por lo que aún no hay algo que celebrar, pero al menos queda el recuerdo de los rostros desencajados de Salaverry y todo el bloque naranja en estas últimas Fiestas Patrias.

Podría decirse que lo expuesto líneas arriba es la consagración del gobierno de turno frente a un grupo político que aprovecha su dominio del Parlamento para seguir estancando al país y por ende, el Perú resurge tras este triunfo de Vizcarra sobre el fujimorismo, pero eso sería volver a dejar de lado lo que ocurre fuera de Lima, donde la situación no está para celebraciones. Basta con recordar que este verano la comunidad de Fuerabamba de Apurimac protestó contra la empresa MMG Limited y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones por la irregular posesión de una carretera comunal entre Cusco y Apurimac para transportar mineral que contaminaba la zona.

Sucedió que el consorcio Minerals and Metals Group (MMG), le compra el proyecto minero Las Bambas a Glencore Xtrata, y ya posesionada con esta adquisición, cambió la construcción del mineroducto previsto para en vez de ello, emplear la carretera de carácter comunal que inicia en el fundo Yavi Yavi y que era de uso de la comunidad de Fuerabamba, para transportar el mineral sin tanta complicación. Aunque la complicación llegaría de todos modos, pues se generaría un nivel de contaminación que afectaba directamente a la comunidad mencionada, atentando contra su área de trabajo y residencia. Fue por ello que, al no ser escuchados por las autoridades, la comunidad optó por tomar posesión de esta carretera en señal de protesta por los daños causados a su medio ambiente, la detención de sus asesores legales, además de señalar irregularidades por parte del gobierno al momento de emitir la autorización para el uso de la carretera que terminaron favoreciendo a la empresa. Esta medida de lucha tuvo una duración de casi 2 meses, tiempo en el que la población de Fuerabamba recibió tanto el apoyo de agrupaciones políticas y ecologistas, así como el reproche por distintos medios de comunicación  “líderes de opinión” que trataron de hacernos entender lo revoltosos y enemigos del progreso que eran los integrantes de la comunidad, así como lo mal que se ve que se ande causando alboroto, una mala imagen para la prensa, entre otras frases que a los fuleros de la CADE les gusta leer en las noticias.

Una situación similar ocurre ahora en la provincia de Islay. Resulta que desde el año 2009, la minera mexicana Southern Cooper Corporation planeó un proyecto de extracción de cobre en la provincia arequipeña mencionada a través de 2 yacimientos: La Tapada y Tía María. Es con este último yacimiento con el que se da el problema, pues para su funcionamiento se tiene pensado tomar el agua del río Tambo, hecho que involucra a la población de distintos valles cercanos que tienen como actividad principal la agricultura, la cual se verá afectada por la contaminación que se puede generar en las aguas de este río. Ya en 2011 hubo un primer levantamiento de la población en contra de este proyecto, acción que se vio respaldada por las 138 observaciones que la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) realizó al Estudio de Impacto Ambiental de la minera. Se redacta un nuevo EIA en 2013, el cual ya estaba caducando cuando el pasado 9 de julio, el Ministerio de Energía y Minas aprobó el proyecto.

Esta aprobación no ha hecho otra cosa que dar inicio a la tercera jornada de protestas por parte de la población (hubo la primera en 2011 y una siguiente en el 2015 con un saldo de 3 pobladores muertos), la misma que dio inicio la quincena de julio y que cuenta con el respaldo del presidente regional de Arequipa, quien ya tildó de traidor a Vizcarrita, el mismo que hoy es vanagloriado en Lima por dejar in palabras a la bancada fujimorista en su propia cancha (o sea el Parlamento) pero que más allá de eso, tiene una larga lista de pendientes en distintos sectores del Estado que tendría que agilizar si no quiere pasar del aplauso de la hinchada a las inclementes pifias en menos tiempo del que piensa, más aún cuando se sabe que Southern tiene antecedentes de contaminación ambiental en Moquegua y Tacna. Y, sobre todo, debe actuar con el mayor tacto posible ahora que se ha iniciado un paro en todo Arequipa en señal de respaldo a Islay, pues por más que los medios se cansen de anunciar el destino apocalíptico que le espera al país, Vizcarrita tiene que actuar sin guiarse de comentarios ni titulares alarmantes si quiere que el sur no se levante, como lo ha hecho tantas veces.

Como se ha podido apreciar, hay motivos para creer que las cosas pueden cambiar dentro de algunas instancias (el lado A de la coyuntura) como el Legislativo, hoy capturado por las huestes fujimoristas, pero lo que en el Congreso ocurra de nada servirá si es que las tensiones fuera de la capital (el lado B del actual contexto) se siguen prolongando en perjuicio del sector primario-exportador y las poblaciones sobre las que este rubro de la producción intenta ejercer. Todo dependerá de que el Ejecutivo preste más atención a las demandas del indómito sur en detrimento de la persistente agenda de la CONFIEP.