martes, 7 de julio de 2020

Aquel j(U)lio del 2002




Por Luis R. Carrera

Pasados ya los festejos por el histórico tricampeonato, el nuevo siglo tenía deparado para el Club Universitario de Deportes un momento difícil que lo condujo a una de las mayores crisis de su historia. La gestión que manejó al equipo en el momento de éxito se había encargado en todo ese tiempo de borrar con una mano lo que hacía con la otra, como coloquialmente se dice, y dejó un saldo por demás negativo en el club tanto en lo deportivo como en lo institucional, situación que poco o nada mejoró quien sucedió en el cargo al inefable Alfredo Gonzales. Es en medio de todo este clima de tensión e incertidumbre cuando llega a la conducción del equipo el profesor Ángel Cappa, un técnico de amplia trayectoria en su país y de quien se podía aprender tanto en lo futbolístico como en la reflexión cotidiana, características que enriquecían su ya demostrada calidad hasta ese entonces y por tal motivo su llegada fue uno de los pocos (por no decir el único) aciertos de la dirección del finado Javier Aspauza, presidente crema por ese entonces.


Dada la crítica situación del club para su llegada, el profesor tuvo que echar mano de la cantera en vista de la falta de recursos para traer refuerzos de nivel (el flamante refuerzo Fabrizio Simone no era precisamente una luz en el ataque, como se recordará), los cuales junto al 'Nuno' Molina y los referentes que optaron por quedarse a defender nuestros colores, se logró armar un equipo capaz de seguir peleando de igual a igual frente a los rivales de siempre en el Apertura de aquel año que coincidiría con la consagración de Ronaldo y compañía en tierras orientales. Y fue así como el 'Puma', capitán e ícono del equipo, Paolo Maldonado, aún con la habilidad intacta para el desequilibrio sorpresivo, Edson “Cheta” Domínguez, valeroso defensor y héroe de mil batallas con la “U”,  “Chemo”, de soberbio desplazamiento en el mediocampo, el “Goyo” Bernales, efectivo en la contención sumado a un valioso aporte cuando apoyaba en el ataque, Óscar Ibáñez, de impecable labor bajo los tres palos, fueron el respaldo para los nuevos rostros en la crema de aquel entonces como fueron Hernán Rengifo, Milton Marquillo, Carlos Orejuela y Miguel Ángel Torres, quienes trataban de complementar la labor de los experimentados.


A la lista debemos sumar a quienes en un breve periodo con la crema puesta lograron ganarse un lugar en el once titular de Cappa, como fue el caso de Rubén "Panaderito" Díaz, hijo del “Panadero”, de quien aprendió lo necesario para defender la camiseta como lo hiciera Rubén Toribio en los 70. Al igual que él, también sacaron cara por nuestros colores elementos como John Galliquio, defensor písqueño que manejaba la zaga y la banda derecha como un experimentado, Santiago Acasiete, quien hacía algunos años se lucía en la Copa Perú y ahora cumplía su sueño de vestirse de crema sin saber todo lo que el destino le tenía armado para más adelante, Roberto “Nuno” Molina, aguerrido volante mendocino que de apoco se ganó el cariño de la hinchada, Mario Gómez, talentoso pero díscolo lateral izquierdo que a su corta edad vivía sus últimos momentos de gloria en el fútbol. No podemos dejar de destacar a quienes al igual que los jóvenes valores del párrafo anterior también aportaban al equipo viniendo de la banca, como lo hacían Fernando Del Solar, hermano del “Chemo” quien nunca se sintió a la sombra del mayor pese a jugar en su misma posición, César “Leche” García, cumplidor lateral izquierdo y “Paco” Bazán, siempre esperando su oportunidad en el arco. Pero esta plantilla no podía completarse sin antes haber mencionado a quienes formaron una inamovible delantera a lo largo del torneo: Johan Sotil, el hijo del 'Cholo', quien fue mostrando con el correr de las jornadas un afianzamiento que del mismo modo en que surgió fue desapareciendo en los años posteriores y junto con él, el gran Martín Vilallonga, el hombre gol que en la temporada anterior piloteó el ataque al lado del 'Checho' y que ahora lo hacía junto con una promesa de aquel tiempo como lo fue Johan, una de las tantas que al igual que muchos otros, tuvo que llevar por voluntad propia ese rótulo durante toda su carrera.



Todos los jugadores nombrados siguieron fielmente a lo largo de 22 fechas  y un play-off ida y vuelta las enseñanzas del profesor Ángel Cappa, un entrenador conocido por plasmar en el campo un fútbol bien jugado, vistoso para el público, pero al mismo tiempo efectivo ante el rival de turno, filosofía que por supuesto puso en ejecución en este su nuevo equipo pues tenía elementos para plasmar esa filosofía futbolística que rápidamente entendieron valores como “Chemo”, Maldonado, Bernales, Molina y hasta el propio Sotil, quien se había convertido en el arma secreta del plantel. Pero Cappa, con la sapiencia que hasta hoy lo caracteriza, percibía también que el momento de la “U “requería de ese temple y garra de la que había oído al llegar al club. De ese modo, se valió también de elementos que eran un tanto la contraparte del buen toque y el pase fino, pero con ímpetu y liderazgo en la cancha como Carranza y Domínguez y combinó el estilo de estos 2 grupos de jugadores para armar un cuadro que refleje el momento de la U bajo su dirección: un equipo con una idea de juego clara y capaz de darlo todo por salir del crítico momento por el que pasaba. Sin Cappa esto no hubiese sido posible de realizarse, tomando en cuenta las complicaciones que la propia dirigencia le generaba al equipo.


En frente teníamos como rival directo por el título al compadre, al rival de toda la vida, el cual aparentemente se mostraba como un contrincante más sólido que nuestra crema querida y por eso nos sacaría de camino en el momento menos pensado, pero como tantas veces se ha dicho, los partidos hay que jugarlos y en esta ocasión no hubo excepción a la regla. Pese a que no se le pudo doblegar en los choques del torneo, la crema supo afrontar las dificultades que se iban presentando en el camino hacia el campeonato y para ello primó una serie de aspectos que permitieron al equipo mantenerse en carrera. Sumado al fútbol que destellaban Paolo, el 'Nuno' y el propio 'Cholito' fue necesario agregar ciertos ingredientes que a lo largo de su historia marcaron la mística del elenco merengue: el pundonor, el amor propio y el compromiso que cada jugador asumió para sacar adelante la campaña. Todo esto prosperó de la mano de las indicaciones del profesor Cappa que supo capitalizar el potencial del plantel con miras a la consagración.



La suma de estos elementos permitió al equipo sacar valiosos triunfos de canchas complicadas como el “Miguel Grau” del Callao o el estadio “Huancayo” y sus más de 3200 m.s.n.m. Lamentablemente la buena racha sufrió un bajón a raíz de una inesperada derrota con un equipo celeste, la cual le hizo recordar a jugadores y comando técnico que además de que se empezaban a alejar de la punta, estaban en un club ya inmerso en una crisis institucional producto de las gestiones de Gonzales y Aspauza, un club que no pagaba ni a empleados ni a jugadores, que no cumplía con servicios básicos como el agua en sus instalaciones, que no hacía otra cosa más que mecer a todo el que pueda y hacerse los tercios cuando Gremco se acercaba cada vez más a las altas esferas de la “U”, sin mencionar los problemas judiciales que tuvo que afrontar nuestro capitán histórico. 






Pero, así como asumían que el momento no era de los mejores, el plantel tomó consciencia de la historia de Universitario, la cual consta de un sinfín de episodios en los que hay que algo más que el talento con el balón para lograr los objetivos. Fue así que el equipo puso en práctica ese pundonor, ese amor propio y esa garra que caracteriza al pueblo crema se para sobreponerse tanto a las dubitaciones aparecidas a mitad del torneo como a la caótica situación económica que amenazaba con prolongarse (cosa que lamentablemente logró al poco tiempo). De esta manera, el cuadro estudiantil recuperó el paso para la segunda rueda, remontó la ventaja que el equipo a rayas le había sacado en la tabla de posiciones y estuvo a minutos de concretar la hazaña en la última fecha ante Melgar, de no haber sido por ese penal cobrado a los victorianos en el "Campeones del '36". Pero este freno a la consagración en el "Templo" le dio a la crema la oportunidad de volver a enfrentar al compadre y cobrarse la revancha de los duelos del Apertura, la misma que se empezó a forjar el 26 de junio de aquel 2002, día en el que se pudo dar el primer paso.



Ese día, luego de tantas idas y venidas con el municipio de Ate Vitarte, el Estadio Monumental quedó habilitado para partidos de alto riesgo y de esa manera, se pudo jugar el primer clásico en dicho escenario. El ambiente de fiesta volvía al máximo en las tribunas, como en los buenos tiempos, no tan lejanos por ese entonces y con ese espíritu se llevó al cabo el juego. Ya en el segundo tiempo, un centro de Maldonado por el sector derecho, fue a parar a la ubicación de Martín Vilallonga quien se elevó a mayor altura que el resto y de un soberbio cabezazo venció la valla de Roverano y de esta manera decretó el triunfo, el primero en los clásicos jugados en Ate. 



Luego aguardar la final de la Copa del Mundo y la decisión de otra sede para la segunda final por los disturbios ocurridos en la primera definición por parte de la hinchada rival (frustrada por ver cómo el campeonato se les empezaba a ir de las manos), el domingo 7 de julio tocó ir a Trujillo. En la “ciudad de la eterna primavera, la crema pudo alcanzar la gloria luego de unos disputados 90 minutos que culminaron en un 0-0 en el gramado del Mansiche, resultado que significó una vuelta olímpica más para la escuadra merengue, la cual nuevamente mostraba el camino a seguir para superar la adversidad en este ámbito de la vida. Por tal motivo, el elenco crema podía al fin descargar su rabia contenida por la difícil situación que por la que atravesaba y qué mejor forma de reflejar el desahogo que a través de ese eufórico "¡Contra todos! ¡Contra todos!" que el profesor Cappa, de excelente manejo del equipo en aquella campaña, profirió una vez concluido el encuentro.



El tiempo pasaría y la hinchada iría sintiendo las partidas de “Chemo”, figura de ese equipo, el profe Cappa, quien volvía a tierras argentinas al igual que Vilallonga y con ellos se iba también ese ambiente de triunfo y optimismo ante la adversidad, ambiente que era más que necesario para lo que se venía. Ya en el Clausura aparecerían nuevas promesas para el club como Luis Salhuana, Michael Guevara, Luis Flores, Roberto Drago y un “Loco” que daría que hablar en los años posteriores pero el ámbito institucional se agravaría aún más y lamentablemente, esto solo era el principio. Es por ello que este título obtenido en el Apertura 2002 si bien no fue un título nacional, tiene un valor importante para la fanaticada merengue porque ser el fiel reflejo del triunfo ante la adversidad, por ser un logro ganado cuando nadie ponía a la “U” como el equipo triunfador de la competencia, cuando las miradas se iban hacia el compadre quien, para variar, se sentía campeón mucho antes del fin del torneo. Y fue ahí donde la mística crema afloró una vez más y se impuso contra todo y contra rodos, como bien dijo el profesor, dejando el claro que a este equipo no se le da por muerto jamás. Así lo entendieron los jugadores de ese plantel y así lo entiende el hincha de la “U” en estos tiempos en que la crisis vuelve a golpear igual o peor que al inicio del siglo XXI. Por estas razones, la vuelta olímpica en Trujillo aquel julio del 2002 estará siempre presente en la memoria del hincha de Universitario.






Archivo fotográfico:

FaUsto Espinoza Flores


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