Por Luis R. Carrera
Hasta hace unas horas, los integrantes
de la Fuerza N° 1 (César Hinostroza dixit) se creían intocables, los seres (ya
ni siquiera personas) más poderosos del país, aquellos que hicieron caer a 3
gabinetes y 1 presidente. Y de algún modo tenían motivos para creerse esa
imagen. Eran la mayor fuerza parlamentaria, pese a las sanciones y dimisiones, y
copaban las más importantes comisiones del Congreso, siendo capaces de poner
como líderes de las mismas a personajes que solo el consumo incesante de
estupefacientes haría que alguien los
ponga a la vanguardia de lo que sea. Y como remate, ponían traba sin problema
alguno a todo intento de cambio o contacto con sus perversos planes políticos, extraídos
de mentes semejantes a la del Pastor Santana, Martin Rivas y “El Loco del
Martillo”, a través de los cuales se negaban a ver una realidad que evidenciaba
los vínculos de esta Fuerza con lo más arraigado de la corrupción. Este era el
panorama que el Perú tuvo que padecer desde el 28 de julio del 2016.
Mas como todo tiene su final y nada dura
para siempre (Lavoe presente) su paraíso de corrupción e indultos acaba de
sufrir el mayor revés que hubiesen imaginado: Martín Vizcarra, el hombre que la
Fuerza N° 1 creyó poder dominar al igual que a su predecesor, sentenció el
cierre del Congreso, tal y como lo hizo el ídolo de la fuerza afectada, solo
que sin ansias de poder y sin un mapa al lado. La pronunciación de ese
“Disolver” no tuvo la misma energía que en el 92 y la Fuerza lo sabía muy bien.
Su mundo de ilusión en el que Fujimori acabó con el terrorismo y todos los
demás éramos unos rojetes resentidos, se desmoronaba a medida de que el
discurso avanzaba y no podían hacer nada para evitarlo. Mientras tanto, la
gente salía a las calles a celebrar más intensamente que cuando clasificamos a
Rusia.
Y no era para menos tanta algarabía. Hasta
no hace mucho estábamos a punto de volver a vivir el dinamismo político de los
90 sin necesidad de que la Fuerza N° 1 esté en el poder, la misma Fuerza que en
todo este tiempo de gobierno PPKausa elucubró muchas maneras de aferrarse a su
única fuente de poder a nivel de Estado convirtiéndose en el principal
impedimento para el avance político del actual régimen y de paso, de nuestra
institucionalizad, algo que poco o nada le importó a la cabecilla de la fuerza
naranja con tal de no perder el poderío que tantos tapers les constó conseguir.
A esto le sumamos que pese a los destapes de los audios de la CNM y el
encarcelamiento de la hija del dictador, no perdieron su nexo con el aparato
judicial del país, teniendo a Pedro Chávarry como principal aliado en este
intento de volver a los 90, algo que de a poco estaban logrando.
Pero hubo algo entre su manejo del Congreso
y del sistema de justicia que la Fuerza N° 1 no pudo controlar: su soberbia. Bastó
que tengan algo de poder en sus manos para que se crean más influyentes que el
propio presidente, actitud que se pudo apreciar en cada mensaje a la nación que
la lideresa de la corrupción daba sin que nadie se lo pida o en todas esas
ocasiones en que la vieja guardia de este grupo declaraba a la prensa o
comandaba alguna comisión. Siempre alegaron tener la razón, minimizando otras
opiniones o desafiando al Ejecutivo, como el despreciable Héctor Becerril retando
a Vizcarra a que cierre el parlamento. Fueron justamente esta chabacana afrenta
más el circo que muy temprano armaron frente a "Pantaleón" los detonantes de tamaña decisión que Vizcarrita, opuesto al bloque anaranjado pero cercano a las cámaras y las encuestas, tomó la tarde del 30 de
setiembre.
Y es que "Mechita" fue un caso aparte. El país entero vio por distintos medios cómo la vice presidenta que tiempo atrás defendiera a capa y espada al longevo y aletargado (por no decir otra cosa) PPK y que luego se mostrara como la escudera de Vizcarrita, ahora cantaba el himno y se pronunciaba ante un hemiciclo ya suprimido que se negaba a aceptar lo que venía sucediendo fuera de los dominios congresales. Fujimoristas y sus rémoras apristas aplaudían que Mercedes, biblia bajo el brazo y crucifijo al frente juramentara como la presidenta del país mientras en calles y plazas se celebraba el fin del poder naranja en el Legislativo. Habían ante nuestros ojos 2 realidades que por algunas horas marcharon en paralelo al jolgorio popular pues la desesperación fujimorista se jugaba su última carta y la Aráoz, muy solidaria ella. se prestaba para esta puesta en escena en la que demostraba que a pesar de su pasada defensa al bando PPKausa, en el fondo tenía menos camiseta que Figo y Esidio juntos. Por fortuna nuestra y para desgracia de Fuerza Popular, el cargo que por buen rato ostentó Miss Bagua era más falso que el profesionalismo de Reimond Manco y por tal motivo, esta juramentación a lo que salga quedó solo como una burda recreación del Perú de 1823.
Hoy todos los afectados por este cierre
bendito seguirán reclamando un golpe de Estado y que ahora vivimos en dictadura,
mientras todos nos reímos de sus palabras y de sus partidos políticos. Pero así
como festejamos la decisión tomada, somos también conscientes de que esta
disolución del congreso no ha solucionado los demás problemas del país. Pese a
ellos, bien vale celebrar este hecho que significa un paso importante para
conocer más verdades en el ámbito judicial. Y lo mejor de todo es que no hay
que preocuparse por un retorno de estos infames seres, pues la gente los va
conociendo cada vez más acerca de la
calaña que son ambas fuerzas y en caso todo esto no sea suficiente, un conazo
de cuando en cuando los mantendrá siempre a raya de la Plaza Bolívar.