martes, 1 de octubre de 2019

Naranja disuelta


Por Luis R. Carrera

Hasta hace unas horas, los integrantes de la Fuerza N° 1 (César Hinostroza dixit) se creían intocables, los seres (ya ni siquiera personas) más poderosos del país, aquellos que hicieron caer a 3 gabinetes y 1 presidente. Y de algún modo tenían motivos para creerse esa imagen. Eran la mayor fuerza parlamentaria, pese a las sanciones y dimisiones, y copaban las más importantes comisiones del Congreso, siendo capaces de poner como líderes de las mismas a personajes que solo el consumo incesante de estupefacientes  haría que alguien los ponga a la vanguardia de lo que sea. Y como remate, ponían traba sin problema alguno a todo intento de cambio o contacto con sus perversos planes políticos, extraídos de mentes semejantes a la del Pastor Santana, Martin Rivas y “El Loco del Martillo”, a través de los cuales se negaban a ver una realidad que evidenciaba los vínculos de esta Fuerza con lo más arraigado de la corrupción. Este era el panorama que el Perú tuvo que padecer desde el 28 de julio del 2016.


Mas como todo tiene su final y nada dura para siempre (Lavoe presente) su paraíso de corrupción e indultos acaba de sufrir el mayor revés que hubiesen imaginado: Martín Vizcarra, el hombre que la Fuerza N° 1 creyó poder dominar al igual que a su predecesor, sentenció el cierre del Congreso, tal y como lo hizo el ídolo de la fuerza afectada, solo que sin ansias de poder y sin un mapa al lado. La pronunciación de ese “Disolver” no tuvo la misma energía que en el 92 y la Fuerza lo sabía muy bien. Su mundo de ilusión en el que Fujimori acabó con el terrorismo y todos los demás éramos unos rojetes resentidos, se desmoronaba a medida de que el discurso avanzaba y no podían hacer nada para evitarlo. Mientras tanto, la gente salía a las calles a celebrar más intensamente que cuando clasificamos a Rusia.


Y no era para menos tanta algarabía. Hasta no hace mucho estábamos a punto de volver a vivir el dinamismo político de los 90 sin necesidad de que la Fuerza N° 1 esté en el poder, la misma Fuerza que en todo este tiempo de gobierno PPKausa elucubró muchas maneras de aferrarse a su única fuente de poder a nivel de Estado convirtiéndose en el principal impedimento para el avance político del actual régimen y de paso, de nuestra institucionalizad, algo que poco o nada le importó a la cabecilla de la fuerza naranja con tal de no perder el poderío que tantos tapers les constó conseguir. A esto le sumamos que pese a los destapes de los audios de la CNM y el encarcelamiento de la hija del dictador, no perdieron su nexo con el aparato judicial del país, teniendo a Pedro Chávarry como principal aliado en este intento de volver a los 90, algo que de a poco estaban logrando.


Pero hubo algo entre su manejo del Congreso y del sistema de justicia que la Fuerza N° 1 no pudo controlar: su soberbia. Bastó que tengan algo de poder en sus manos para que se crean más influyentes que el propio presidente, actitud que se pudo apreciar en cada mensaje a la nación que la lideresa de la corrupción daba sin que nadie se lo pida o en todas esas ocasiones en que la vieja guardia de este grupo declaraba a la prensa o comandaba alguna comisión. Siempre alegaron tener la razón, minimizando otras opiniones o desafiando al Ejecutivo, como el despreciable Héctor Becerril retando a Vizcarra a que cierre el parlamento. Fueron justamente esta chabacana afrenta más el circo que muy temprano armaron frente a "Pantaleón" los detonantes de tamaña decisión que Vizcarrita, opuesto al bloque anaranjado pero cercano a las cámaras y las encuestas, tomó la tarde del 30 de setiembre.


Aquel día, ahí escondida a la sombra de la Fuerza Popular, otra fuerza hoy minimizada y vilipendiada también sentía cómo se le movía el piso con la noticia. En un rincón algo visible, los 4 integrantes de la bancada de la estrella también pegaban alaridos de indignación y terror al mismo tiempo, al saber que ya no había Congreso.
Ahora se quedaban sin su único espacio de influencia y perdían un beneficio adorado tanto por ellos como por la Fuerza Naranja: la inmunidad parlamentaria, puesto que ambos bandos tienen mucho que responder ante la justicia y ahora podrán ser juzgados por sus vínculos con Odebretch y mafias locales. Así va acabando la aventura política de un partido que alguna vez fue ejemplo de organización al mando de Víctor Raúl (solo con él) y que ahora era solo una rémora del fujimorismo. Esto se debe en gran parte a la credibilidad perdida por culpa de aquel ex mandatario que vio en una balas su escape a una realidad que lo sentenciaba como culpable de una serie de delitos y además, de la decadencia absoluta de su partido.


Octubre no pudo comenzar de mejor manera. Atrás quedaron los días de soberbia y matonería tanto de apristas como de naranjas. El Perú se ha librado de seguir lidiando con una encubridora de corruptos como Rosa Bartra, de ver cómo una defensora de los principios más retrógrados que puedan existir como Tamar Arimborgo lideraba la Comisión de Educación, de rabiar con la conchudez de Mauricio Mulder y Del Castillo tildando a otros de corruptos y de sufrir de otitis por escuchar a Luz Salgado decir que lucha por el pueblo. Hoy todos ellos mueven sus últimas fichas de supervivencia por intermedio del confiepista Pedro Olaechea, el hombre que sabe más de administrar viñedos que un Poder Legislativo pero que aun así se aferra a un cargo que ya no tiene, quien nombró a Mercedes Aráoz como presidenta “de la democracia” convirtiéndola de esta forma en una fantoche más de toda esta podredumbre, cargo al que venía aspirando desde el Baguazo.

Y es que "Mechita" fue un caso aparte. El país entero vio por distintos medios cómo la vice presidenta que tiempo atrás defendiera a capa y espada al longevo y aletargado (por no decir otra cosa) PPK y que luego se mostrara como la escudera de Vizcarrita, ahora cantaba el himno y se pronunciaba ante un hemiciclo ya suprimido que se negaba a aceptar lo que venía sucediendo fuera de los dominios congresales. Fujimoristas y sus rémoras apristas aplaudían que Mercedes, biblia bajo el brazo y crucifijo al frente juramentara como la presidenta del país mientras en calles y plazas se celebraba el fin del poder naranja en el Legislativo. Habían ante nuestros ojos 2 realidades que por algunas horas marcharon en paralelo al jolgorio popular pues la desesperación fujimorista se jugaba su  última carta y la Aráoz, muy solidaria ella. se prestaba para esta puesta en escena en la que demostraba que a pesar de su pasada defensa al bando PPKausa, en el fondo tenía menos camiseta que Figo y Esidio juntos. Por fortuna nuestra y para desgracia de Fuerza Popular, el cargo que por buen rato ostentó Miss Bagua era más falso que el profesionalismo de Reimond Manco y por tal motivo, esta juramentación a lo que salga quedó solo como una burda recreación del Perú de 1823.


Hoy todos los afectados por este cierre bendito seguirán reclamando un golpe de Estado y que ahora vivimos en dictadura, mientras todos nos reímos de sus palabras y de sus partidos políticos. Pero así como festejamos la decisión tomada, somos también conscientes de que esta disolución del congreso no ha solucionado los demás problemas del país. Pese a ellos, bien vale celebrar este hecho que significa un paso importante para conocer más verdades en el ámbito judicial. Y lo mejor de todo es que no hay que preocuparse por un retorno de estos infames seres, pues la gente los va conociendo cada vez más  acerca de la calaña que son ambas fuerzas y en caso todo esto no sea suficiente, un conazo de cuando en cuando los mantendrá siempre a raya de la Plaza Bolívar.