miércoles, 16 de noviembre de 2022

Sandungueo formativo

 


Por Luis R. Carrera

Durante las primeras semanas de cuarentena, allá por el ahora lejano 2020, un post de Facebook de una amiga de mi base indicaba que entre la muchachada de nuestra generación podríamos ser muy hinchas de la trova, el rock y ritmos afines, pero que, a pesar de ello, no podíamos escapar de haber sido hijos de la época de apogeo del reguetón. Ante esta premisa, mi comadre procedió a preguntar en su post cuáles eran nuestras canciones favoritas del género, interrogante más que interesante.

Algunos de sus contactos empezaron a responder de inmediato, pues se quiera o no, la movida urbana atrae la vista de cualquiera. Así, cada quien iba escribiendo sus temas favoritos, cosa que me animó a participar de la espontánea encuesta. Lo que no esperaba de esto era que al recordar y posteriormente señalar mis reguetones elegidos notaría, primero, que mis preferencias dentro de esa movida eran contadas y, segundo, que cada canción del brevísimo set list que mandé iba a englobar un momento particular de mi vida, principalmente de mis años cruciales de desarrollo como individuo, pues fueron mis años de adolescencia e inicio de la vida universitaria las épocas que se vieron involucradas con el sandungueo escogido.

Es por ello que a continuación procedo a replicar la lista de canciones marcadas en la mencionada publicación, desarrollando en cada una de ellas el momento de mi vida que fue musicalizado por el dembow de los 2000, década en la que se encuentran mis preferencias reguetoneras.

 

 SET LIST

 Trébol Clan – Mujeres

Sábado 25 de enero del 2003. Andaba por las calles de San Borja viendo la penúltima fecha del Sudamericano Sub-20 de Uruguay y con algo de bronca notaba cómo otras selecciones juveniles del continente contaban con un gran nivel competitivo, a diferencia de nuestra Blanquirroja que había hecho un papelón perdiendo todos sus partidos, luego de haberme ilusionado ganando un cuadrangular el mes anterior.

De regreso a mi casa, decidí ya no pensar en esta decepción deportiva (que por desgracia no sería la última) y fue así que viajaba en un carro por la extensa Vía Expresa con dirección a mi Rimac querido cuando en eso, mientras miraba con embeleso el inclinado coloso de Interbank y el anuncio luminoso de Coca Cola del desaparecido edificio Limatambo, el chofer hace una jugada en su radio y cambia la salsa por el tema que se lee en el título. Fue la primera vez que escuchaba el término perreo y lo ignoré creyendo ingenuamente que nunca más volvería a oír tamaño concepto.

 Ivy Queen – Yo quiero bailar

Primeros días de agosto del 2004. Estaba en la casa de unos tíos en el cruce de las calles Tacna Norte y Lazareto allá en el Primer Puerto. Luego de una maratón de fútbol argentino del recuerdo (en la que descubrí al glorioso Club Atlético Huracán) bajé a la sala a despejarme de tanta televisión, más quedé intrigado por una extraña música. Resulta que mis primas habían conseguido un CD de envoltura rosada con una serie de éxitos ajenos a mi sentir y en cuya portada volvía a ver el término perreo (olvidado por mí desde la fecha citada en el bloque anterior), el cual venía acompañado de algo llamado "sandungueo", palabra que ya había oído e ignorado en otros entornos.

Mis primas se aprestaron a poner el bendito CD por ser la novedad del momento y mientras oía los primeros estribillos y leía lo que decía en aquel compacto, me indigné por lo insulso de las letras (andaba bastante alzado en lo musical por escuchar solo a la Fania y los 4 ’e Liverpool), pero entre todo el surrealismo de Héctor y Tito (que en ese entonces se hacían llamar “Los Bambinos”) percibí una interpretación femenina (la que le da el título a este segmento) que se salió del cuadro, respecto a las otras canciones que escuché esa noche. A este jugadón de Ivy Queen lo llamo "El perreo del empoderamiento temprano" porque aquella primera vez que lo escuché, me di cuenta de que no se trataba de una canción moderna que invitaba a sodomizar a la pareja de turno, como dictaban los otros temas del aquel set list.

 Ángel y Khriz – Ven báilalo

                                      

Julio del 2005. Los preparativos por Fiestas Patrias en mi amada gran unidad escolar Ricardo Bentín habían generado un relajo un tanto extendido, tanto en alumnos como en profesores, por lo que a mediados de mes las clases no duraban lo que el reglamento mandaba. Por eso fue que aprovechaba para explotar mis primeras imitaciones ante la gente de mi salón, con quienes comentaba lo bien que le estaba yendo al Club Universitario de Deportes en el Torneo Apertura. Muy para mis adentros, la ilusión del título de aquel torneo latía con mucha mayor fuerza de la que yo esperaba.

Mientras maquinaba ese panorama futbolístico (que al final no se concretó), el proyecto de la radio escolar lanzaba por el vetusto equipo de sonido y su aún más alicaído megáfono los hits del momento en los recreos. Recuerdo haber contribuido con la bulla al poner "Feel Good Inc." de Gorillaz a todo volumen (seguía yo con mis ínfulas), pero más que este hit anglosajón, el tema que realmente marcó la pauta fue el que menciono en este último subtítulo, un One hit wonder urbano que yo destaqué por encima de las otras canciones de moda. Esos acordes de Yamaha iniciales marcaron una diferencia abismal (para mí) respecto a todo el sandungueo que por esos días sonaba y que para evitar censuras cucufatas había mutado al nombre de reguetón.

 MC Francia – Candela

Septiembre del 2005. Ya superada la frustración de que Universitario no ganara el Torneo Apertura, ahora la emoción radicaba en ver la participación peruana en el mundial Sub-17 que se llevaría a cabo en nuestro país. (la única forma en que Perú podía jugar un mundial juvenil). Un torneo que me provocaba por un lado alegría, por la cantidad de selecciones que llegaban y porque en la previa mi colegio había sido una de las sedes para diseñar a la mascota del torneo, pero también me generaba incertidumbre tanto por lo incierto del nivel del equipo (que había jugado un desastroso Sudamericano) como por la novedad de las canchas sintéticas que solo convencía a Manuel Burga y Arturo Woodman. Paralelamente a esto, mi vida escolar llegaba a su punto más alto pues estaba a punto de recibir mi primer diploma a nivel Secundaria. Tiempos felices que pasarían rápida y alocadamente, cual desborde de Willy Rivas.

Todos estos acontecimientos se verían envueltos, musicalmente hablando, bajo el cobijo de un reguetón con sello nacional, creación de Alexander Guzmán de la Cruz (hoy bendiciendo al género urbano local desde los dominios de Tayta Inti) que significó el primer aporte sandunguero peruano con el reguetón ya constituido como la música del momento. Fue por eso que el estilo de MC Francia entró en el imaginario de la juventud de inicios de siglo, estando quien escribe en ese conglomerado.  

 Tego Calderón – Punto y aparte

Septiembre del 2006. Por estos días me seguía pareciendo extraño que todos estén contentos de que Alan García se hubiera impuesto a Ollanta Humala en los comicios de ese año, más aun sabiendo lo que el primer gobierno del adicto al litio significó para el país, algo que me hacía dudar de la estabilidad emocional de millones de compatriotas. Pero esta dubitación la dejaba un poco rezagada pues estaba a unos meses de culminar la secundaria y tocaba pensar un nombre para la promoción.

En otros ámbitos, seguía teniendo presentes las emociones del mundial de Alemania, por encargo del curso de Arte había hecho una gran réplica a mano alzada de la Alameda de los Descalzos y el cerro San Cristóbal que mi colegio perdería, mi crema querida otra vez me ilusionaba al alcanzar la punta del Torneo Clausura, aun no tomaba conciencia étnica y el no tener cable me hacía creer que Michelle Alexander era la única directora capaz de sacar producciones nacionales de manera ininterrumpida.

Todo esto pasaba cuando en una reunión familiar me dijeron que busque algo de moda en la radio o entre los CD's del dueño de casa (insistieron con lo "de moda" al ver mis intenciones poner los clásicos de Lavoe, Oscar D’ León e Ismael Rivera). Fue así que al no saber qué poner por no ver más allá de los 5 casettes con los que me manejaba (todavía usaba casettes en pleno 2006, a mucha honra), empecé a recordar a un reciente cantante de voz cancina y al mismo tiempo pendenciera que había oído en la nueva versión de "Viva el sábado" que el ya diezmado Panamericana pasaba los fines de semana. Para suerte mía, al sintonizar el dial di con Radio Moda, en donde un joven Carloncho y su yunta Marci el Boricua (ex Marci el marciano) anunciaban a ese artista de flow particular que respondía al nombre de Tego Calderón, de quien pusieron la canción que líneas arriba se indica.

 Randy & De La Ghetto – Sensación del bloque

Noviembre del 2007. Los tiempos colegiales habían quedado atrás. Ahora el reto que tocaba afrontar era salir airoso del proceso pre-universitario, en el que ya había sufrido una primera derrota, puesto que un par de meses atrás había fallado en mi primer intento por ingresar a San Marcos, por la especialidad de Ciencias Políticas. Esta situación me tenía desanimado, pero no tanto como el ser consciente de que había hecho malgastar los ingresos familiares en ese semestral en la academia Trilce en donde solo reforcé conocimientos sobre historia, geografía y la ubicación de la discoteca NISA. Aun así, acepté la invitación de mi compañero de promoción para ir a una fiesta por sus 18 años en su casa, ubicada en el AA. HH. San Juan de Amancaes, a donde caí con la gente bentiniana, como lo habíamos hecho 1 año antes.

Musicalmente hablando, destacaron algunas salsas estrenadas ese año (en especial una donde alguien decía tener el corazón fracturado), pero lo urbano una vez más se impuso, ya que aquel sábado llegaba a mis oídos un reguetón con novedoso falsete que terminé seleccionando como el mejor de ese año, en vista de que este tema me levantó el ánimo, junto a la esperanza (de aquel entonces) de que Los Jotitas fueran a sentar un precedente en el balompié nacional. Fue así como "La sensación del bloque" despejó mi mente de sucesos como el terremoto de agosto, la postulación fallida, la incertidumbre por mi futuro, la derrota peruana 5 - 1 en Quito y el escándalo del Hotel Golf Los Incas.

 DJ Bryanflow – San Judas City

Octubre del 2009. En este entonces un mundo variopinto e imponente se había presentado ante mí. San Marcos ya era una realidad para este servidor y en menos de 1 año había conocido a más gente que en toda mi adolescencia, términos como pizarra, base y compañero tenían ahora una nueva acepción en mi léxico, acababa de descubrir el poder de la zampoña y ya sabía lo que era una movilización. Lo que no sabía, aparte del total de facciones políticas del nuevo entorno en el que ahora convivía, era lo que estaba de moda en ese momento, para variar.

Afortunadamente, mi nuevo entorno cercano me había dirigido por una senda medio ensombrecida que tenía como primera parada la huaca sanmarquina y seguía hasta llegar a unos extraños huariques en los que costaba distinguir a los tuyos si no eras un asiduo asistente a estos espacios. Es en este mes en particular que llego a familiarizarme con estos sombríos pero fuleros lugares que tenían a sus asistentes contorsionándose al ritmo del sandungueo y la salsa de Camagüey. Y digo sandungueo pues aquí descubrí que el perreo verraco no había muerto y una canción en particular que retumbó en las paredes de aquel recinto (y de mi mente) me dejaron en claro que la música “lacra” (pero no por eso despreciable) tenía un área reservada para soltar todo su poderío. No fue sino hasta 10 años después que di con el nombre exacto de aquel mix que hace 13 años me señaló el camino de la fulería cachimbera en un lugar algo inexpugnable de la Av. Venezuela.

 Plan B – Es un secreto

Abril del 2011. Todo aquello que desconocía de ese mundo imponente y variopinto era ahora tema cotidiano. Ya con una facción política definida, con un triunfo en bloque a nivel de escuela contra un engañoso contingente socialdemócrata, una militancia a cuestas y decidido a refutar toda postura que busque favorecer al sistema, así como también enfrentar a los distintos radicalismos, gastaba mi tiempo libre en amenizar cuanto evento al que me inviten con mi incipiente grupo musical.

Es justamente luego de una presentación pendenciera que, al finalizar la tocada, encuentro en plena Facultad de Ciencias Sociales a la combativa Base 09 con sus bloques unidos, como en un principio. Algunos integrantes de este conglomerado nos invitaron a mí y a mi grupo a acompañarlos en una nueva excursión a aquellos míticos huariques ya descritos en la narrativa anterior, los cuales ya no tenían ese halo de misterio que creía percibir tiempo atrás.

Seguimos entonces a la muchachada que era dirigida por las compañeras de Trabajo Social, cosa que no había ocurrido antes. Una vez en el recinto, comenzó a sonar la bulla de costumbre, pero en un momento dado, pusieron la nueva canción de Plan B (que por ese entonces estaba en su máximo nivel) y como ha ocurrido con todas las canciones que aquí he presentado, hubo un elemento que me hizo resaltar el tema frente a otros reguetones. En este caso fue su estribillo, el cual es cantado de tal forma que ha podido ser recordada hasta por el público más purista. De esta manera “Es un secreto” le daba armonía al inicio de mi tercer año académico, al menos en sus primeros días.

 

CONCLUSIONES

A través de estos 8 éxitos del reguetón he terminado exponiendo, sin proponérmelo, distintos momentos de mi vida que oscilan entre mi pubertad algo avanzada y mis estudios universitarios. Una época en la que si bien la música urbana no estuvo entre mis preferencias (algo que en líneas generales se mantiene hasta hoy), mi devenir no estuvo ajeno a las tendencias musicales de mis años de crecimiento, pues mi socialización con espacios académicos y amicales inevitablemente se iba a ver comprometida con lo que el público promedio haga sonar en emisoras y plataformas. Mi caso no es algo excepcional ni mucho menos, ya que toda mi generación experimentó los mismos cambios musicales, deportivos y sociales comentados casi a la ligera en esta nota. Somos hijos de la época de apogeo del reguetón, como decía aquel post de mi amiga de base, y ante ello no queda más que asumir el papel y direccionar el género en cuestión a las vivencias de cada uno, porque más allá de nuestros gustos particulares, no se puede negar que nuestras transiciones de vida fueron armonizadas por una carga fulera que ya está enraizada en nuestro subconsciente.