Por Luis R. Carrera
El presente solsticio de invierno es quizá el más
dinámico que hayamos podido vivir en los últimos tiempos. Una serie de eventos,
unos agradables y otros desafortunados, se han ido sucediendo desde el mes de
julio y las repercusiones de cada uno de ellos le ha dado un toque por demás
particular al invierno 2019 en lo que respecta a nuestro alicaído, pero a la
vez variopinto acontecer político. Esto se debe a que diversos hechos nos han permitido
conocer más aspectos de los que creíamos saber en ambos terrenos, pues la eterna
disputa entre Congreso y Ejecutivo, los descuidos de este poder estatal hacia
el resto del país nos han brindado un sinfín de novedades que por un lado
dieron inesperadas alegrías a la población, pero al mismo tiempo el sinsabor de
que aún quedan cosas que no deben repetirse. Así fue que pudimos comprobar que la
cosa a nivel de poderes del Estado tiene, cual casette noventero, su lado A y
su lado B.
Lo primero con lo que nos llegamos a
encontrar es la eterna pugna que el Ejecutivo y el Congreso vienen disputando
desde que Pedro Pablo Kuczynski asumió el poder, para descontento del bloque
fujimorista, el cual demostraría que la táctica de comprar votos en todas las
regiones no había perdido vigencia desde el gobierno del reo Alberto y fue así
como logró ganar la mayoría parlamentaria en el ya lejano 2016. Estas tensiones
entre ambos poderes del Estado han sobrevivido un indulto humanitario, la
renuncia de PPK, los destapes en la CNM, el caso Odebretch y todos sus
coludidos, la anulación del indulto, el encarcelamiento de la hija del dictador
y el suicidio del ladrón García, llegando a su punto culminante con la elección
del flamante presidente del Parlamento:
Pedro Olaechea, un político de poca tradición que es reconocido más por
abandonar la bancada que lo hizo famoso que por algún logro destacado, aunque
su pasado en la CONFIEP ya nos va pintando la orientación de Pedrito en estas
lides.
No se haría mayores conjeturas en torno a
esta elección, pero una vez que se revisa qué bancadas le han dado su respaldo,
el panorama vuelve a ensombrecerse, pues la lista por la que postuló estuvo
conformada por la nueva agrupación Contigo (formada por PPkausas disidentes),
más las 2 facciones del fujimorismo moderno. El triunfo de Olaechea trajo una
felicidad indescriptible en Fuerza Popular, aún con mayoría parlamentaria pese
a las deserciones, y un sentimiento de preocupación e indignación en el resto
del país, sensaciones que mellaron más en la población coherente al ver que las
primeras declaraciones del recientemente electo presidente sentenciaba con todo
el orgullo del mundo que apoyaba una reducción del sueldo mínimo en vista de
que según él, S/. 850 era mucho para las montañas y la sierra. No contento con
este derroche de centralismo, pocos días después declaraba muy alegremente que
la peluquería era el único lugar onde la mujer se sentía plena. Estos fraseos
extraídos del Oncenio de Leguía, más su ya conocido vínculo con la tan
tolerante gentita de “Con mis hijos no te metas”, solo nos hacen avizorar un
mandato congresal poco más que terrorífico en más de un aspecto.
Pero no todo está perdido en estos días.
Si hay alguien que ha sabido ingeniárselas para trollear al contingente fujimorista,
ese ha sido Martín Vizcarra. Desde que se mandó con su proyecto de reforma política
en su discurso por 28 del año pasado y a posterior concreción del referéndum
que nos permitió expresar nuestro rechazo en bloque a la Fuerza N° 1 (César
Hinostroza dixit), el otrora gobernador de Moquegua ha logrado hacerle el pare
a la prepotencia naranja y de paso, ganarse el cariño de la gente pues ha
podido canalizar este sentimiento popular de animadversión hacia el fujimorismo
(además de tener presente que fue en su gobierno que se puso al descubierto la
corrupción de los magistrados y se encarceló a políticos que todo el mundo
quería ver tras las rejas) y le dio al pueblo lo que quiere ver: reformas y
ataques mortales al fujimorismo. Y con este nuevo y sombrío panorama,
Vizcarrita tenía la formula precisa para contratacar.
Fue así que este 28 de
julio, en medio de un discurso casi monótono y somnoliento, lanzó la pegada: la
presentación de un nuevo proyecto, ahora de reforma constitucional, que
señalaba adelantar las elecciones para el 2020, esto como respuesta a las
intenciones del Parlamento de querer mantener la inmunidad parlamentaria, pese
a haber sido ese punto rechazado por la ciudadanía en el referéndum de
diciembre. Este proyecto, que significaría la partida del presidente y todos
los congresistas antes del 2021, descuadrando de esta forma, todo intento de la
oposición por aferrarse a un cargo que desde que lo asumió, le quedó grande.
Por supuesto que Fuerza Popular y el APRA, su más fiel aliado, pusieron el
grito en el cielo, al igual que algunas bancadas con menos historia e identidad
que la San Martín en la Liga 1, tal fue el caso de Acción, Republicana, Contigo
y alguno que oreo “independiente_” con ansias de poder. Pero Vizcarra, tribunero
como él solo, sentenció su propuesta con un solemne “¡El Perú primero!” que le
hizo merecedor del aplauso de buena parte del Congreso y de la población en
general. Se esperan reacciones naranjas post berrinche por lo que aún no hay
algo que celebrar, pero al menos queda el recuerdo de los rostros desencajados
de Salaverry y todo el bloque naranja en estas últimas Fiestas Patrias.
Podría decirse que lo expuesto líneas
arriba es la consagración del gobierno de turno frente a un grupo político que
aprovecha su dominio del Parlamento para seguir estancando al país y por ende,
el Perú resurge tras este triunfo de Vizcarra sobre el fujimorismo, pero eso
sería volver a dejar de lado lo que ocurre fuera de Lima, donde la situación no
está para celebraciones. Basta con recordar que este verano la comunidad de Fuerabamba
de Apurimac protestó contra la empresa MMG Limited y el Ministerio de
Transportes y Comunicaciones por la irregular posesión de una carretera comunal
entre Cusco y Apurimac para transportar mineral que contaminaba la zona.
Sucedió que el consorcio Minerals and
Metals Group (MMG), le compra el proyecto minero Las Bambas a Glencore Xtrata, y
ya posesionada con esta adquisición, cambió la construcción del mineroducto
previsto para en vez de ello, emplear la carretera de carácter comunal que
inicia en el fundo Yavi Yavi y que era de uso de la comunidad de Fuerabamba,
para transportar el mineral sin tanta complicación. Aunque la complicación
llegaría de todos modos, pues se generaría un nivel de contaminación que
afectaba directamente a la comunidad mencionada, atentando contra su área de
trabajo y residencia. Fue por ello que, al no ser escuchados por las
autoridades, la comunidad optó por tomar posesión de esta carretera en señal de
protesta por los daños causados a su medio ambiente, la detención de sus
asesores legales, además de señalar irregularidades por parte del gobierno al
momento de emitir la autorización para el uso de la carretera que terminaron
favoreciendo a la empresa. Esta medida de lucha tuvo una duración de casi 2 meses,
tiempo en el que la población de Fuerabamba recibió tanto el apoyo de
agrupaciones políticas y ecologistas, así como el reproche por distintos medios
de comunicación “líderes de opinión” que
trataron de hacernos entender lo revoltosos y enemigos del progreso que eran
los integrantes de la comunidad, así como lo mal que se ve que se ande causando
alboroto, una mala imagen para la prensa, entre otras frases que a los fuleros
de la CADE les gusta leer en las noticias.
Una situación similar ocurre ahora en la
provincia de Islay. Resulta que desde el año 2009, la minera mexicana Southern
Cooper Corporation planeó un proyecto de extracción de cobre en la provincia
arequipeña mencionada a través de 2 yacimientos: La Tapada y Tía María. Es con
este último yacimiento con el que se da el problema, pues para su
funcionamiento se tiene pensado tomar el agua del río Tambo, hecho que
involucra a la población de distintos valles cercanos que tienen como actividad
principal la agricultura, la cual se verá afectada por la contaminación que se
puede generar en las aguas de este río. Ya en 2011 hubo un primer levantamiento
de la población en contra de este proyecto, acción que se vio respaldada por
las 138 observaciones que la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para
Proyectos (UNOPS) realizó al Estudio de Impacto Ambiental de la minera. Se
redacta un nuevo EIA en 2013, el cual ya estaba caducando cuando el pasado 9 de
julio, el Ministerio de Energía y Minas aprobó el proyecto.
Esta aprobación no ha hecho otra cosa que
dar inicio a la tercera jornada de protestas por parte de la población (hubo la
primera en 2011 y una siguiente en el 2015 con un saldo de 3 pobladores
muertos), la misma que dio inicio la quincena de julio y que cuenta con el
respaldo del presidente regional de Arequipa, quien ya tildó de traidor a
Vizcarrita, el mismo que hoy es vanagloriado en Lima por dejar in palabras a la
bancada fujimorista en su propia cancha (o sea el Parlamento) pero que más allá
de eso, tiene una larga lista de pendientes en distintos sectores del Estado
que tendría que agilizar si no quiere pasar del aplauso de la hinchada a las
inclementes pifias en menos tiempo del que piensa, más aún cuando se sabe que
Southern tiene antecedentes de contaminación ambiental en Moquegua y Tacna. Y,
sobre todo, debe actuar con el mayor tacto posible ahora que se ha iniciado un
paro en todo Arequipa en señal de respaldo a Islay, pues por más que los medios
se cansen de anunciar el destino apocalíptico que le espera al país, Vizcarrita
tiene que actuar sin guiarse de comentarios ni titulares alarmantes si quiere
que el sur no se levante, como lo ha hecho tantas veces.
Como se ha podido apreciar, hay motivos
para creer que las cosas pueden cambiar dentro de algunas instancias (el lado A de la coyuntura) como el
Legislativo, hoy capturado por las huestes fujimoristas, pero lo que en el
Congreso ocurra de nada servirá si es que las tensiones fuera de la capital (el lado B del actual contexto) se
siguen prolongando en perjuicio del sector primario-exportador y las
poblaciones sobre las que este rubro de la producción intenta ejercer. Todo
dependerá de que el Ejecutivo preste más atención a las demandas del indómito
sur en detrimento de la persistente agenda de la CONFIEP.
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