martes, 6 de agosto de 2019

Lado A y Lado B


Por Luis R. Carrera

El presente solsticio de invierno es quizá el más dinámico que hayamos podido vivir en los últimos tiempos. Una serie de eventos, unos agradables y otros desafortunados, se han ido sucediendo desde el mes de julio y las repercusiones de cada uno de ellos le ha dado un toque por demás particular al invierno 2019 en lo que respecta a nuestro alicaído, pero a la vez variopinto acontecer político. Esto se debe a que diversos hechos nos han permitido conocer más aspectos de los que creíamos saber en ambos terrenos, pues la eterna disputa entre Congreso y Ejecutivo, los descuidos de este poder estatal hacia el resto del país nos han brindado un sinfín de novedades que por un lado dieron inesperadas alegrías a la población, pero al mismo tiempo el sinsabor de que aún quedan cosas que no deben repetirse. Así fue que pudimos comprobar que la cosa a nivel de poderes del Estado tiene, cual casette noventero, su lado A y su lado B.

Lo primero con lo que nos llegamos a encontrar es la eterna pugna que el Ejecutivo y el Congreso vienen disputando desde que Pedro Pablo Kuczynski asumió el poder, para descontento del bloque fujimorista, el cual demostraría que la táctica de comprar votos en todas las regiones no había perdido vigencia desde el gobierno del reo Alberto y fue así como logró ganar la mayoría parlamentaria en el ya lejano 2016. Estas tensiones entre ambos poderes del Estado han sobrevivido un indulto humanitario, la renuncia de PPK, los destapes en la CNM, el caso Odebretch y todos sus coludidos, la anulación del indulto, el encarcelamiento de la hija del dictador y el suicidio del ladrón García, llegando a su punto culminante con la elección del flamante presidente del Parlamento:  Pedro Olaechea, un político de poca tradición que es reconocido más por abandonar la bancada que lo hizo famoso que por algún logro destacado, aunque su pasado en la CONFIEP ya nos va pintando la orientación de Pedrito en estas lides.

No se haría mayores conjeturas en torno a esta elección, pero una vez que se revisa qué bancadas le han dado su respaldo, el panorama vuelve a ensombrecerse, pues la lista por la que postuló estuvo conformada por la nueva agrupación Contigo (formada por PPkausas disidentes), más las 2 facciones del fujimorismo moderno. El triunfo de Olaechea trajo una felicidad indescriptible en Fuerza Popular, aún con mayoría parlamentaria pese a las deserciones, y un sentimiento de preocupación e indignación en el resto del país, sensaciones que mellaron más en la población coherente al ver que las primeras declaraciones del recientemente electo presidente sentenciaba con todo el orgullo del mundo que apoyaba una reducción del sueldo mínimo en vista de que según él, S/. 850 era mucho para las montañas y la sierra. No contento con este derroche de centralismo, pocos días después declaraba muy alegremente que la peluquería era el único lugar onde la mujer se sentía plena. Estos fraseos extraídos del Oncenio de Leguía, más su ya conocido vínculo con la tan tolerante gentita de “Con mis hijos no te metas”, solo nos hacen avizorar un mandato congresal poco más que terrorífico en más de un aspecto.

Pero no todo está perdido en estos días. Si hay alguien que ha sabido ingeniárselas para trollear al contingente fujimorista, ese ha sido Martín Vizcarra. Desde que se mandó con su proyecto de reforma política en su discurso por 28 del año pasado y a posterior concreción del referéndum que nos permitió expresar nuestro rechazo en bloque a la Fuerza N° 1 (César Hinostroza dixit), el otrora gobernador de Moquegua ha logrado hacerle el pare a la prepotencia naranja y de paso, ganarse el cariño de la gente pues ha podido canalizar este sentimiento popular de animadversión hacia el fujimorismo (además de tener presente que fue en su gobierno que se puso al descubierto la corrupción de los magistrados y se encarceló a políticos que todo el mundo quería ver tras las rejas) y le dio al pueblo lo que quiere ver: reformas y ataques mortales al fujimorismo. Y con este nuevo y sombrío panorama, Vizcarrita tenía la formula precisa para contratacar. 

Fue así que este 28 de julio, en medio de un discurso casi monótono y somnoliento, lanzó la pegada: la presentación de un nuevo proyecto, ahora de reforma constitucional, que señalaba adelantar las elecciones para el 2020, esto como respuesta a las intenciones del Parlamento de querer mantener la inmunidad parlamentaria, pese a haber sido ese punto rechazado por la ciudadanía en el referéndum de diciembre. Este proyecto, que significaría la partida del presidente y todos los congresistas antes del 2021, descuadrando de esta forma, todo intento de la oposición por aferrarse a un cargo que desde que lo asumió, le quedó grande. Por supuesto que Fuerza Popular y el APRA, su más fiel aliado, pusieron el grito en el cielo, al igual que algunas bancadas con menos historia e identidad que la San Martín en la Liga 1, tal fue el caso de Acción, Republicana, Contigo y alguno que oreo “independiente_” con ansias de poder. Pero Vizcarra, tribunero como él solo, sentenció su propuesta con un solemne “¡El Perú primero!” que le hizo merecedor del aplauso de buena parte del Congreso y de la población en general. Se esperan reacciones naranjas post berrinche por lo que aún no hay algo que celebrar, pero al menos queda el recuerdo de los rostros desencajados de Salaverry y todo el bloque naranja en estas últimas Fiestas Patrias.

Podría decirse que lo expuesto líneas arriba es la consagración del gobierno de turno frente a un grupo político que aprovecha su dominio del Parlamento para seguir estancando al país y por ende, el Perú resurge tras este triunfo de Vizcarra sobre el fujimorismo, pero eso sería volver a dejar de lado lo que ocurre fuera de Lima, donde la situación no está para celebraciones. Basta con recordar que este verano la comunidad de Fuerabamba de Apurimac protestó contra la empresa MMG Limited y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones por la irregular posesión de una carretera comunal entre Cusco y Apurimac para transportar mineral que contaminaba la zona.

Sucedió que el consorcio Minerals and Metals Group (MMG), le compra el proyecto minero Las Bambas a Glencore Xtrata, y ya posesionada con esta adquisición, cambió la construcción del mineroducto previsto para en vez de ello, emplear la carretera de carácter comunal que inicia en el fundo Yavi Yavi y que era de uso de la comunidad de Fuerabamba, para transportar el mineral sin tanta complicación. Aunque la complicación llegaría de todos modos, pues se generaría un nivel de contaminación que afectaba directamente a la comunidad mencionada, atentando contra su área de trabajo y residencia. Fue por ello que, al no ser escuchados por las autoridades, la comunidad optó por tomar posesión de esta carretera en señal de protesta por los daños causados a su medio ambiente, la detención de sus asesores legales, además de señalar irregularidades por parte del gobierno al momento de emitir la autorización para el uso de la carretera que terminaron favoreciendo a la empresa. Esta medida de lucha tuvo una duración de casi 2 meses, tiempo en el que la población de Fuerabamba recibió tanto el apoyo de agrupaciones políticas y ecologistas, así como el reproche por distintos medios de comunicación  “líderes de opinión” que trataron de hacernos entender lo revoltosos y enemigos del progreso que eran los integrantes de la comunidad, así como lo mal que se ve que se ande causando alboroto, una mala imagen para la prensa, entre otras frases que a los fuleros de la CADE les gusta leer en las noticias.

Una situación similar ocurre ahora en la provincia de Islay. Resulta que desde el año 2009, la minera mexicana Southern Cooper Corporation planeó un proyecto de extracción de cobre en la provincia arequipeña mencionada a través de 2 yacimientos: La Tapada y Tía María. Es con este último yacimiento con el que se da el problema, pues para su funcionamiento se tiene pensado tomar el agua del río Tambo, hecho que involucra a la población de distintos valles cercanos que tienen como actividad principal la agricultura, la cual se verá afectada por la contaminación que se puede generar en las aguas de este río. Ya en 2011 hubo un primer levantamiento de la población en contra de este proyecto, acción que se vio respaldada por las 138 observaciones que la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) realizó al Estudio de Impacto Ambiental de la minera. Se redacta un nuevo EIA en 2013, el cual ya estaba caducando cuando el pasado 9 de julio, el Ministerio de Energía y Minas aprobó el proyecto.

Esta aprobación no ha hecho otra cosa que dar inicio a la tercera jornada de protestas por parte de la población (hubo la primera en 2011 y una siguiente en el 2015 con un saldo de 3 pobladores muertos), la misma que dio inicio la quincena de julio y que cuenta con el respaldo del presidente regional de Arequipa, quien ya tildó de traidor a Vizcarrita, el mismo que hoy es vanagloriado en Lima por dejar in palabras a la bancada fujimorista en su propia cancha (o sea el Parlamento) pero que más allá de eso, tiene una larga lista de pendientes en distintos sectores del Estado que tendría que agilizar si no quiere pasar del aplauso de la hinchada a las inclementes pifias en menos tiempo del que piensa, más aún cuando se sabe que Southern tiene antecedentes de contaminación ambiental en Moquegua y Tacna. Y, sobre todo, debe actuar con el mayor tacto posible ahora que se ha iniciado un paro en todo Arequipa en señal de respaldo a Islay, pues por más que los medios se cansen de anunciar el destino apocalíptico que le espera al país, Vizcarrita tiene que actuar sin guiarse de comentarios ni titulares alarmantes si quiere que el sur no se levante, como lo ha hecho tantas veces.

Como se ha podido apreciar, hay motivos para creer que las cosas pueden cambiar dentro de algunas instancias (el lado A de la coyuntura) como el Legislativo, hoy capturado por las huestes fujimoristas, pero lo que en el Congreso ocurra de nada servirá si es que las tensiones fuera de la capital (el lado B del actual contexto) se siguen prolongando en perjuicio del sector primario-exportador y las poblaciones sobre las que este rubro de la producción intenta ejercer. Todo dependerá de que el Ejecutivo preste más atención a las demandas del indómito sur en detrimento de la persistente agenda de la CONFIEP.








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