Por Luis R. Carrera
Han pasado 4 años desde que me trajeron
de esas costas de Panamá y 6 desde que me sacaron de mi lugar de origen.
Todavía está grabado en mi memoria el momento en que esos hombres armados nos
sacaron a la fuerza de las majestuosas tierras Ndongo, donde combatíamos
duramente bajo el mando de nuestra reina Nzinga, para obligarnos a trabajar a su servicio.
Muchos de mi pueblo y de otros tantos murieron dentro de esos barcos en los que
nos tenían apresados y los que sobrevivimos resistimos todo lo que pudimos pero
fue su armamento el que terminó decidiendo nuestra suerte. Aún hoy quedan
algunos con vida, condenados a servir a aquellos que se dicen superiores sin
comprender aún la razón de tan horrendo castigo. yo aún no lo comprendo pese a
que pasé tanto tiempo en esa condición hasta que pude obtener la libertad,
aunque a costa de mi salud. Nunca pensé que una enfermedad resultara tan
beneficiosa como lo fue el día que me dejaron a mi suerte por esa bendita
fiebre amarilla. Me llaman Benito pero en realidad soy Pedro, nombre que me
dieron antes de llegar aquí. Mi verdadero nombre lo guardaré para mí y los míos
pues sería un esfuerzo vano el querer que los demás apenas lo puedan mencionar
sin rastro alguno de sorna o malicia.
...
Mientras trato de construir mi porvenir
en esta Ciudad de los Reyes, me queda al menos la dicha de poder estar con los
míos en Pachacamilla. Hace unos meses que levantamos una cofradía en estos
terrenos por encontrarse alejada del tumulto de la Plaza y de las injurias de
los blancos. Gracias al apoyo de esclavos y libertos tenemos ahora espacio que
por más humilde que les pueda parecer a los criollos y demás, nos permite
expresar la alegría que en sus casas nos está prohibido sentir pues sus ínfulas
no la aceptan y tratan de envalentonarse con amenazas pero sé que en el fondo
de su alma, vernos altivos y llenos de vigor es el mayor de sus miedos. Para
suerte nuestra casi no los vemos por las calles aledañas a la cofradía, excepto
cuando algún sacerdote viene a supervisar lo que estamos haciendo. En este lugar estamos reunidos congos,
mandingas, mbundus como yo, mozambiques y hasta terranovos, como los llaman por
aquí, quienes entre todos olvidamos nuestras diferencias y tratamos de conocernos
mutuamente para tratar de ser una sola fuerza en esta tierra aún extraña para
muchos de quienes habitan este espacio. Pese a ser grande la variedad de pueblo
que confluyen en la cofradía, los blancos insisten en afirmar que somos lo
mismo y que además carecemos de alma. ¿Es que acaso es tan difícil distinguir
un congo de un mandinga? No eran tan superiores y desarrollados como creen, después de todo.
…
El problema de no estar tan alejados
como quisiéramos de la ciudad es que en ocasiones tenemos que soportar la
injerencia de quienes son ajenos a nuestra cofradía. Muchas veces han venido párrocos
que nos hacen ir a la misa a adorar a su Dios. Aunque he notado que en el
momento del culto vienen personas que dicen ser notables y traen a a sus
esclavos, teniendo estos un momento de descanso de las agotadoras jornadas que
sus amos les imponen. No dejan que nos acerquemos a ellos en ese momento pero
podemos conocerlos y hacerles saber que tienen un lugar a dónde venir en su
momento de descanso; por lo que a pesar de que quisiera dejar de venir a estos
encuentros con el Dios de los blancos, se podrían estrechar vínculos con los
esclavos que no conocen nuestro reducto o no lo sé, tal vez es solo una de las
tantas ideas que cruzan por mi mente en momentos como este. El párroco dice que
podemos ir en paz; es hora, al fin, de volver a Pachacamilla.
…
Tiene que haber alguna manera de sumar
fuerzas bajo ese culto al Dios de los cristianos sin necesidad de alejarnos de aquí
por ir a la iglesia pues mientras más unidos estemos en el galpón, mayor será
la resistencia que se pueda hacer. Trato de dejar un tiempo días para elegir
alguna estrategia pero cada vez que retumban los tambores que alguno de
nosotros se aventura a tocar en nuestras reuniones, algo en mi interior me
llama a no decaer y continuar pensando en ello; lo he comentado con los
miembros más antiguos y recibí su aprobación por ser un posible camino para
unificarnos, además de que afirman sentir lo mismo que yo al escuchar nuestra música.
No queda duda que esos tambores tienen un poder que solo los negros podemos
percibir.
...
Desde hace unos días ha nacido en mí el
impulso de representar al Dios cristiano en nuestro propio galpón y al tratar
de hallar la manera idónea de hacerlo conseguir algo de la pintura con la que
arreglaron la iglesia, y algunas acuarelas, y empecé a recrear la imagen del
Cristo crucificado que vi en la misa; actitud que aún me sorprende pues mi
conocimiento en estas artes es por demás escaso pero con toda esta limitación,
algo me llama a tomar los pinceles y comenzar, aunque sigo sin entender ese afán
que los blancos tienen de enaltecer la imagen de su Dios derrotado, sufriendo y
al borde de la muerte. Me está quedando tan igual como el que hay en la iglesia
pero siento que esta imagen necesita algo, mas, algo que se diferencie de las
otras representaciones y que al mismo tiempo se acerque a lo que somos
nosotros, pues el Cristo que siempre vemos no lo sentimos del todo nuestro como
los otros lo tratan de hacer ver entre los nobles y sus demás iguales, y creo
haber encontrado la esencia que buscaba.
...
Luego de un arduo trabajo, nuestro
Cristo negro está listo. Tenía que ser una imagen como esta pues pese a que el
Santo Oficio no se mete con nosotros, siempre es bueno hallarnos lo más lejos
posible de alguna de sus injuriosas acusaciones de herejía. Pero lo que ahora
importa es que mi obra está terminada y ni la presencia de algunos extrañados
que vinieron a supervisar lo que hacía pudo interrumpir esta hermosa pintura.
En el galpón todos aprueban mi creación y su alegría es tan inmensa que vuelven
a retumbar los tambores, esta vez sin temor a que los blancos nos escuchen. He
encontrado el sentido de la pintura: El ser un Cristo negro ha hecho que nos identifiquemos
con su forma, pues lo vemos como un miembro más de la cofradía y ese vínculo
que se ha establecido nos impulsa a adorar también a nuestros dioses. Esa es la
unión en la que estuve pensando por mucho tiempo y hoy es posible.
...
No me siento bien. Creo que nunca llegue
a curarme del todo de esa fiebre amarilla porque el momento por el que estoy
pasando me hace pensar que aún conservo secuelas de la enfermedad, o quizá es
otro mal que haya adquirido porque lo que siento me debilita pero no es tan
apabullante como la fiebre. Todos esta
preocupados por mí pero yo les digo que no po, hagan porque no es tan
grave y así lo siento; hay debilidad mas no dolor. Es más, en este momento creo
ver una luz que cae del cielo directo hacia mí. ¿Será Oggun? ¿Será Changó? ¿Será
el Dios de los cristianos? Quien sabe, yo solo me dejaré alumbrar por esa aura
que me da una paz que ni aquí con los míos he podido sentir. Mi cuerpo no da
para más, voy desfalleciendo y debería estar aquejado por la angustia pero no.
Con las pocas fuerza que me quedan veo la imagen del Cristo negro y siento, que
me dice que está bien, que debo partir y así lo haré. Me queda la tranquilidad
de haber podido concluir mi obra y creo percibir que aquí será cuidada como en ningún
otro lugar. Adiós hermanos de la cofradía. Adiós Pachacamilla.
Memoria eterna para Benito Bendiciones de Oggun y Changó.
ResponderEliminarBuena historia!
ResponderEliminarBuenazo!
ResponderEliminarPocos saben que el negro crucificado allí representado NO es el católico. El pintor angoleño No tenia la intención de copiar una imagen católica. Sino mas bien represento la crucifixión de Baba Kwame líder negro que encabezo la insurrección de los negros de la hacienda Maranga y que termino crucificado. Su ejecución impacto mucho en los negros de la época quienes lo vieron como un Mesías Negro y así lo recordaron. Esto lo sabían las autoridades eclesiásticas por eso los curas pidieron al virrey que se borrase la imagen del Negro crucificado. La imagen que actualmente se ve en el muro de la Iglesia es la version retocada o modificada por Antuñano español promotor de tal devoción como una estrategia para atraer a los negros al catolicismo. Piensen con logica...Los negros trajeron sus propios DIoses nuestros Vodunes y Orishas. Ellos no aceptaban al dios blanco de los esclavistas. Para mayor información escribir a negrosvodunes@gmail.com
ResponderEliminaruna imagen que une a todos: dioses y terrenales; bravooo Benito ¡qué grande herencia!
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