Por Luis R. Carrera
La tarde del 5 de noviembre del 2003 me encontraba una vez más frente a mi vieja radio Panasonic sintonizando la fenecida Radio Gol para seguir las incidencias del encuentro entre Universitario de Deportes, el equipo de mis amores, frente al Bolognesi de Tacna. ¿El resultado? Una nueva derrota que nos mandaba al penúltimo lugar de la tabla de posiciones. A mis cortos 13 años sufría la crisis que la “U” estaba pasando, producto de 2 nefastas gestiones que dejaron el club casi a la deriva. Hasta hoy recuerdo la imagen del “Cuto” Guadalupe elevando las manos al cielo implorando que el mal momento termine de una vez, lo cual fue sucediendo de manera paulatina en los años siguientes, en los cuales decía para mí mismo que era imposible que el equipo pudiese volver a caer tan bajo como en aquel 2003.
Hoy,
luego de algunas alegrías y títulos alcanzados, el destino se ha encargado de
restregarme en el rostro que sí era posible caer más bajo que a inicios del
nuevo siglo pues el equipo actual se halla en lo más hondo de la tabla de
posiciones para tristeza mía y de todos los hinchas de este club tan querido
por la mitad más uno del país. Pese a ello, tal destino no fue solamente un mal
augurio que caprichosamente se posicionó sobre el futuro de la “U”; muy por el
contrario, el pésimo desempeño del plantel merengue y su posición en la tabla
no es otra cosa que el resultado de una serie de errores sin fin surgidos
durante el tiempo de aparente resurgimiento del cuadro merengue (ubicado
principalmente luego de la consecución del título del 2009) que trataron de ser
tapados con los logros obtenidos en los últimos, nunca atendidos de manera
adecuada y que finalmente salieron a la luz generando así una de las peores
crisis, si es que no es la peor, que el Club Universitario de Deportes ha
tenido que pasar en estos 91 años de existencia.
El
primer error que viene a mi mente es una costumbre recurrente en la historia
del balompié peruano y repetitivo hasta hoy, lamentablemente: El cortar
procesos. La “U” no ha sido ajena a esta insana costumbre y en los años
cercanos a este terrible momento hubo 2 casos a resaltar por haber venido desde
las altas esferas del club, uno más grave que el otro pero igual de
criticables.
Corría el año 2007 y
el equipo principal se hallaba bajo el mando de Edgar Ospina, un técnico
foráneo de amplio recorrido por el medio local, quien si bien no lograba hacer
que los resultados nos lleven al primer lugar, venía haciendo las cosas de
forma aceptable hasta el momento, salvo por una derrota en casa a manos de la
Universidad San Martín. A mediados de ese año se dio el proceso electoral para
el nuevo presidente del club que finalmente daría como ganador a Gino Pinasco.
Éste, en un afán de ganarse a hinchas y socios desde un inicio había prometido
traer de regreso a Jorge Amado Nunes, quien nos había dirigido el hasta el
verano de ese año. Al llegar a la presidencia cumplió su promesa y Ospina tuvo
que dar el paso al costado para la llegada del “Cenizo” quien trabajó con todas
las ganas del mundo pero bajo su mando ni siquiera se igualó la posición en la
que estaba la “U” con el DT colombiano. El otro caso, mucho más polémico que el
del 2007, sucedió 3 años después. A fines del 2010, la era Juan Reynoso había
perdido la mística de meses atrás y el profesor tuvo que salir del cargo. Fue
entonces que llega a la dirección técnica el argentino Salvador Capitano,
entrenador de cierto prestigio y con experiencia internacional quien
rápidamente cambió la cara del equipo y le dio una idea de juego, la misma que
se había perdido en los últimos días del “Cabezón”. Hasta hoy muchos recordamos
aquel baile que se le propinó a Melgar en la misma Arequipa con un inapelable
4-0 que puso ser más. Todo indicaba que con esta renovación en el banco el
bicampeonato era posible, hasta que nuevamente Gino Pinasco entró en acción y
no tuvo mejor idea que sacar al profesor Capitano
para preparar el retorno de José Del Solar, ya resistido por la afición en
aquel entonces. Así, nuevamente se cortó un proceso, esta vez mucho más
auspicioso que el de Ospina pero con las mismas consecuencias: Universitario se
estancó luego de varias jornadas con resultados alentadores y un planteamiento
interesante para probar con un nuevo técnico
faltando pocos meses para el final de la temporada y a mi parecer, fue
en este momento cuando se empezó a “gestar” el camino a la situación por la que
Universitario pasa actualmente.
Sostengo
esta idea luego de analizar cómo fueron las temporadas previas al título del
2013, cargadas de un fatídico cambio de mando que significó pérdida de puntos
en mesa por malos manejos dirigenciales y coqueteos con los últimos lugares de
la tabla, además de decepcionantes y en algunos casos inexplicables fichajes
(aún recuerdo al portero Cook). Por lo tanto, otros errores a resaltar de estos
años son la repartija dirigencial que encabezó Pacheco y su Grupo Santo Domingo
(que dicho sea de paso trastocó incluso nuestros colores clásicos), el
continuar experimentando con técnicos casi debutantes en el medio como Solano,
producto de la pérdida de ingresos que el nefasto presidente ya mencionado
originó con sus ganancias a costa de la institución merengue, y principalmente
el cierre de un ambiguo contrato con Gremco que no fue otra cosa que una
recreación de aquellas concesiones a perpetuidad con que se favorecían a las
ferroviarias inglesas en el siglo XIX. No era de extrañarse luego de todo esto,
que el cuadro estudiantil disminuyera considerablemente su producción para
inicios de la presente década.
Las
administraciones temporales parecían ser un respiro ante el caos generado por
las últimas gestiones y en efecto, en un primer momento cumplieron con los
objetivos establecidos como lo demostró el último campeonato del 2013 pero una vez pasada
esta alegría, la inestabilidad volvió a reinar en tienda crema.
Para
el año 2014, la Copa Libertadores nos demostraba que una vez más que no se
reforzó al plantel como se debió para afrontar tal torneo, mientras que la AT
caía en la demagogia con promesas imposibles de cumplir ya que las deudas volvían
a ser un duro escollo para el devenir de la institución. Y como quien suelta el tiro de gracia, la administración que
hoy nos maneja no hizo sino empeorar el ya difícil momento del año pasado pues
se dejó casi todo en manos de Del Solar (quien aparentemente no sigue más) y
que confió la dirección técnica a un entrenador que no sabe
manejar un equipo en crisis.
Esta
suma de cortoplacismo, endeudamiento, experimentos fallidos (como el de Ibáñez en el banquillo) y en general
continuar con la línea trazada por Alfredo Gonzáles tiempo atrás, no podía terminar en otro resultado que el de una entidad al
borde de la liquidación. Por todo lo mencionado, se demuestra por enésima vez que en el “julbo” peruano
siempre hay que estar preparado para lo peor más allá de lo que uno desee. Pero al ser Universitario un equipo caracterizado por nunca rendirse frente a la adversidad, en este nuevo aniversario no queda otra cosa que mantener el empuje y la actitud inculcada por las viejas glorias del club
y una vez más, confiar en la recuperación.
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